A sus 21 años, Evangelista León Pacheco trabajó en construcción junto con el maestro José Visitación Rugeles para Alfredo y Ambrosio Peña quienes, para esa época, 1944, eran en Bucaramanga reconocidos importadores de autos de las marcas Ford, Mercury y Lincoln.
Los hermanos, además tenían una constructora de casas de barro y teja de un solo piso. Las casas se vendían por $5.000. Las primeras las construyeron cerca de la concha acústica de Bucaramanga. Don Evangelista también trabajó en la construcción de la casa de Ambrosio Peña ubicada en la calle 42 con carrera 34, edificación que hoy es propiedad de la UNAB.
Evangelista León Pacheco recuerda detalladamente, hoy a sus 96 años, quiénes eran los proveedores de esa época: “Un depósito de materiales cerca al Teatro Libertador donde vendían cal, arena, estiércol de mula, tierra amarilla, fiquetón en atados, un depósito de adobe crudo transportado en carro de mulas, y de lo que hoy conocemos como el Bulevar Bolívar, de esa montaña se sacaba tierra para adobes”, dice.
Esta podría decirse, que fue una de las primeras constructoras de la ciudad, y él, uno de los primeros albañiles.
Y es que este sector que le ha aportado tanto crecimiento a Santander, tuvo su primer momento destacado entre 1900 y 1950 cuando después de las guerras figuran los primeros edificios de arquitectura republicana, aparecen las primeras calles empedradas y llegan los primeros buses urbanos. Todo estaba dado para empezar a forjar la ciudad del futuro y con ello una decena de urbanizadores de renombre.