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Durante las primeras tres décadas del siglo XX, el desarrollo de Santander se movilizó en tren y avión, debido a la dificultad de los inhóspitos relieves departamentales. Luego, con la inversión en infraestructura vial, se abrió el espacio para la movilidad de carga y pasajeros con el liderazgo de Copetran.

La parroquial Bucaramanga de comienzos del siglo XX, enmarcada por el agreste relieve santandereano, encontró la salida para su desarrollo comercial en la incipiente empresa ferroviaria y la creciente industria aérea, mientras por las polvorientas calles de la comarca aún transitaban las mulas y coches arriados por caballos a los que pronto se fueron sumando uno que otro vehículo traído en barco por los más adinerados.

Los registros fotográficos del historiador Edmundo Gavassa evidencian que para 1915 fue Víctor M. Alarcón quien trajo el primer bus de pasajeros a la capital santandereana. Era un automóvil Santely Steamer traído en cajas y armado en la ciudad, relata en la Reseña Histórica de Copetran, su autor Mario Gómez Díaz.

Transcurría 1922 cuando el presidente Pedro Nel Ospina sancionó la ley que dio vía a la terminación del tren de Puerto Wilches y con él al municipio de Sabana de Torres que para la época era un punto conocido como la Posada de Torres, en el Magdalena Medio, donde llegaban los materiales para la obra ferroviaria. Como lo describe Radio Nacional de Colombia, en “El tren que le dio vida a Puerto Wilches”, la máquina a vapor recorría con carga y pasajeros las estaciones de Provincia, Puerto Santos, Vanegas, El Conchal y Bocas hasta llegar al Café Madrid en Bucaramanga.

Fue el mismo general Pedro Nel Ospina quien en 1922 realizó el primer vuelo comercial en la línea aérea Scadta, por territorio santandereano, a bordo del biplano Bolívar, que aterrizó en la Hacienda El Conuco, cerca de la Puerta del Sol. Por este paseo presidencial la capital de Santander se ganó el título de ser la segunda ciudad en trasladar pasajeros y correo aéreo en el país y además por ser la primera en liderar con ello el desarrollo en el oriente colombiano.

Las primeras rutas aéreas transitaron por “el cauce del río Magdalena, para entonces, principal arteria fluvial para el comercio internacional, debido a que las primeras aeronaves solo estaban capacitadas para acuatizar y a la ausencia de lugares habilitados para el aterrizaje en las cercanías de las principales ciudades”, apunta en su sitio web la Radio Nacional de Colombia.

El primer aeropuerto con que contó la ciudad fue bautizado Gómez Niño, en homenaje al capitán Luis Francisco Gómez Niño. El puerto aéreo, que presentaba fallas en la seguridad por la ubicación geográfica en el casco urbano de la ciudad, fue construido por la empresa Scadta a finales de 1938.

En tierra, sin embargo, los nacientes empresarios no se resignaban a dejar que el desarrollo viajara solo por aire y vieron una oportunidad de asociación hacia 1939 que congregó a tres empresas de transporte santandereanas: la Flota del Fonce, Flota Comuneros y Transporte Unión Santander y en solo tres años consolidaron la Cooperativa Santandereana de Transportadores Ltda., Copetran, para mover carga y pasajeros por todo el país, con lo cual se emprendió el desarrollo de la industria del transporte terrestre.

El ingeniero Hernán Atuesta, perteneciente a la tercera generación de cooperativistas de Copetran, cuenta que desde muy niño aprendió los desafíos del negocio del transporte. Recuerda que creció escuchando las historias de vías tortuosas y extenuantes jornadas en carretera que duraban hasta tres días por caminos de herradura llevando carga y pasajeros.

En los años 40 del siglo XX era común ver a los pocos propietarios de vehículos en Bucaramanga dándoles manivela, porque cada 100 metros el motor se ahogaba.

“La construcción de vías terrestres, ferroviarias y nuevos productos agrícolas en el mercado como el arroz, la palma africana y el algodón; la apertura de carreteras a Barrancabermeja, Bogotá y la Costa Atlántica; el aeropuerto Palonegro, la vía al Carare, lo mismo que la vía férrea Bucaramanga – Puerto Wilches y la nueva vía a Cúcuta, constituyeron para el Departamento la nueva estructura básica de soporte a la integración económica entre sus regiones y el medio de articulación de sus mercados a nivel nacional, los cuales junto con la iniciación del transporte aéreo y la ampliación y perfeccionamiento de las comunicaciones telegráficas e inalámbricas le permitieron a Santander y por la misma vía a Bucaramanga alcanzar el progreso”, dice un aparte del documento Empresas y Empresarios en Bucaramanga 1930 – 1950 escrito por Maribel Avellaneda, para el título de magíster en Historia de la UIS.

San Gil fue centro de operaciones también de una importante empresa, Berlinas del Fonce, mientras el transporte aéreo continuaba repuntando: en 1948 nació el taxi aéreo de Santander, Taxander, de la mano del Mayor retirado de la fuerza aérea colombiana, Alberto Parada y del empresario Gonzalo Galvis.

En los archivos web de Aviacol.net se evidencia que la sociedad comenzó operación con $10.600 y un aeroplano Stinson 165 Station Wagon que transportada tres pasajeros, encomiendas y correo; estaba destinada al servicio público de transporte aéreo no regular y de turismo a Gamarra, San Gil, Zapatoca y Barbosa desde su base en el Aeropuerto Gómez Niño de la capital santandereana. Taxander desapareció en 1965 luego de su declaratoria de quiebra.

El vuelo inaugural del Aeropuerto Palonegro se realiza en un Boeing 727 de Avianca, al mando del Capitán Álvaro Barrera Gómez.

Una nueva etapa se abrió con la construcción del Aeropuerto Palonegro, a cargo de la Aeronáutica Civil, obra inaugurada por el presidente Misael Pastrana Borrero en agosto de 1974, año en el que se comenzó a gestar el gremio de los transportadores de carga por carretera Colfecar, fundado oficialmente en 1976, para consolidar el desarrollo industrial y empresarial de la actividad transportadora en Colombia.

El combustible también hace historia

A la par con el desarrollo de los sistemas de transporte, en Santander se afianzó la refinería de combustibles de Ecopetrol en Barrancabermeja. El 18 de febrero de 1922, un conjunto de máquinas y equipos traídos en su mayor parte desde las instalaciones que la International Petroleum Company tenía en costa norte del Perú, dio inicio a la refinería en el Puerto Petrolero. Inicialmente destiló 1.500 barriles diarios y el primero- de ellos fue obsequiado al presidente de la época, Jorge Holguín.

La refinería de Barrancabermeja abastece de gasolina motora (extra y corriente), Jet-A1, diésel, avigás, gas propano, azufre, ceras, bases lubricantes, polietileno de baja densidad, aromáticos, asfaltos y disolventes alifáticos, entre otros productos.

Con la patente de invención de la tecnología Proceso, aprobada por la Superintendencia de Industria y Comercio, Ecopetrol inició desde 2012 acciones para la obtención de diésel a partir de vegetales o animales por hidrotratamiento. Hoy produce y comercializa biodiésel de palma en la empresa santandereana Ecodiesel.

Hacia 1968 nace en Santander la empresa Terpel con 20 estaciones de servicio, para convertirse en líder en distribución y comercialización de combustibles.

En 1972 inició la distribución para la industria aérea y llegó a cubrir las necesidades en Pereira, Antioquia y otras regiones del país. Para 1993 ingresó a los negocios marinos y en 2006 traspasó las fronteras nacionales hacia Ecuador, Panamá, Chile, Perú y República Dominicana.


Por Maritza Palomino Méndez
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