Una de las formas más interesantes de observar el desarrollo de una ciudad es a través de su historia, de sus fotografías y de sus recuerdos.
Hoy, cuando la ‘Ciudad Bonita’ cumple 398 años de haber sido fundada, quisimos trasladarlo a aquellas décadas de mediados de los años 60 y las de los 70, los 80 y parte de los 90. ¿Por qué?
Porque son épocas en las que Bucaramanga emprendió un crecimiento vertiginoso, dejando atrás una historia nostálgica que, gracias a la ‘reminiscencia gráfica’, aún podemos evocar.
Archivo / VANGUARDIA
Este era el famoso bus TSS, que traducía así: ‘Transporte Sin Subsidio’.
Hace 55 años, Bucaramanga era apacible. Y aunque la ciudad comenzaba a darles paso a grandes construcciones, aún se veían lotes baldíos y casas espaciosas. El tránsito, si bien vaticinaba que sería la ‘papa caliente’ de los alcaldes, todavía era manejable.
Los cambios en ese lapso saltan a la vista. De aquella pequeña ciudad de no más de 250 mil habitantes, de calles estrechas, grandes casonas y pequeños edificios, hoy quedan ciertos vestigios.
Archivo / Andrés Platarrueda / VANGUARDIA
Así se veía la calle 35, hoy convertida en el Paseo del Comercio.
Si recordamos algunas fechas, podríamos mencionar que en 1962 comenzaba la ampliación de la carrera 33; a mediados de los 60 también nacieron los barrios Kennedy y Terrazas; y un poco más tarde se construiría el entonces denominado plan masivo de edificios multifamiliares, que es lo que hoy conocemos como Conucos.
Archivo / Carlos Eslava / VANGUARDIA
La urbanización Conucos data de mediados de los años 60.
Después de ello y tras la construcción del ‘gigante’ viaducto Benjamín García Cadena, la capital santandereana emprendió la combinación de la modernidad de sus edificios con su historia.
Algunos de esos lugares están totalmente remodelados; sin embargo hay otros que siguen como testigos mudos de un pasado que se niega a desaparecer entre las nuevas moles de cemento y piedra.
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Bella imagen de los comienzos del Centro Comercial Cabecera.
En esta historia, una de las grandes protagonistas ha sido la zona de Cabecera del Llano, que a finales de los 60 le dio paso al sistema de ‘loteo’ del otrora Valle de Don Andrés, para desarrollar confortables planes de vivienda.
Luego nacerían unas ‘áreas emblemáticas’ que prácticamente le voltearon la cara a la vieja finca de dicho valle. Nos referimos a la construcción de los Centros Comerciales de Cabecera, cuya primera etapa se dio en los 70 y fue el punto de partida de la Cabecera que hoy conocemos.
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Registro del viaducto Benjamín García Cadena, recién inaugurado, por allá en la década de los años 70.
Justo por estos lados se levantaron casas unifamiliares, las cuales fueron ubicadas sobre las calles 46 y 56 con carreras 33 y 36, convirtiéndose en los primeros polos de desarrollo.
Fue tal el impacto de este nuevo sector, que el tema urbanístico instó a la construcción de más centros comerciales y nacieron los edificios Leo, Mercadefam y Mi Cabaña. Hermosas viviendas, diseñadas con la más alta visión arquitectónica y acabados de alta categoría, enmarcaron una etapa llena de colorido.
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La calle 36 con carrera 15, cuando recién se había prolongado su trayecto.
A mediados de los 70, varios urbanizadores le apostaron a construir lo que ellos llamarían: ‘Una ciudad dentro de la ciudad’, lo que finalmente se bautizó como ‘Ciudadela Real de Minas’.
Para ello era preciso que se fueran definitivamente los aviones, que desaparecieran las pistas y que se apagaran los ensordecedores motores que ‘corrían’ por estos lados, justo en donde funcionaba el otrora aeropuerto de Bucaramanga: el Gómez Niño.
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Plaza Mayor se construyó justo en la intersección de las antiguas pistas aéreas.
Para entonces ya se había adecuado el Palonegro, un campo de aviación más moderno e internacional, el cual nació en uno de los cerros de la Ciudad Bonita. Eso dejó amplios lotes en la zona centro-occidente de la meseta que les darían paso a nuevas moles de cemento.
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Vista aérea de la Puerta del Sol en los años 80 y comienzos de los 90.
Y así, con el decolaje de la extinta terminal aérea, los terrenos que quedaron en la Ciudadela sirvieron de ‘puntos de aterrizaje’ para nacientes urbanizaciones como Plaza Mayor, Los Almendros y Macaregua.
También vinieron Los Almendros, urbanización que fue diseñada por la EDUB, con el fin de darles vivienda a algunos empleados del Estado. Hoy esas zonas son las calles 60, 61 y 64 y la avenida El Papa.
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La calle 34, entre carreras 15 y 16, en la antigua plaza de mercado central, que sucumbiría a un incendio.
Finalizando la década de los años 80, Bucaramanga siguió creciendo con ‘altura’. Grandes edificios y nuevos puntos comerciales ‘tocaron el cielo’ con su majestuosidad.
Por otro lado, Urbanas compró algunas tierras en Cabecera, induciendo al Club Campestre a adquirir una parte de ellas para su nueva sede, pues la antigua fue vendida al Club Unión.
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Histórica imagen de lo que sería la prolongación de la Diagonal 15.
Todo esto motivó el desarrollo de planes de vivienda y un nuevo centro comercial para el sur de la capital santandereana. La urbanización de los terrenos en Cañaveral motivó la construcción de un gigantesco almacén para atender la demanda de ese gran poblamiento que se dio; fue un proyecto que se ejecutó desde 1981.
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El edificio de la Alcaldía de Bucaramanga también sufriría un pavoroso incendio.
Lo cierto es que Bucaramanga se creció. Por eso los invitamos a un recorrido gráfico que despertará grandes recuerdos en las mentes de los bumangueses ‘cincuentones’ y las de otros mayores que viven en el área o que, desde la distancia, evocan la tranquilidad que se respiraba en esas décadas, antes de todo este boom urbanístico.