Al equipo de baloncesto Búcaros de Santander no le bastó ser el equipo más ganador de la Liga Nacional con seis títulos para seguir representando al Departamento.
La falta de apoyo económico hizo que compitiera durante dos años fuera de la ‘Ciudad Bonita’, en Valledupar y San Andrés. Este año volverá a Bucaramanga con un equipo a la espera de más recursos.
También, la falta de apoyo hizo que el paraciclista Cristóbal Zamora, que perdió su pierna a los 18 años, tuviera que vender este año su prótesis por $4 millones para poder comprar una bicicleta, la misma que le permitirá participar en los Juegos Nacionales de Cartagena y con los que aspira un cupo para los próximos Juegos Olímpicos.
Y es que Tokio 2020 es la expectativa más grande para el deporte mundial y los deportistas que se preparan desde hace más de cuatro años para enfrentarse en las justas. Sin embargo, una vez más, los juegos olímpicos son mezquinos para deportistas locales.
Tan solo el hecho de que hoy en Santander se contraten entrenadores para las 18 ligas deportivas por un período no mayor a tres meses es, a juicio de los expertos, una sentencia a muerte para el deporte santandereano.
El panorama poco alentador es abonado por aspectos como la falta de remodelación de los los escenarios deportivos, insuficiencia de entrenadores y falta de una metodología integral en la que converjan la disciplina deportiva con el fortalecimiento sicológico de los competidores.
“Si sigue como viene me parece que el futuro del deporte santandereano es incierto, a pesar de que hay mucho talento. Si no hay una consciencia clara de la importancia del deporte para el desarrollo de la región, pues no se va a dar. Nada más miremos el Atlético Bucaramanga, tanto maltrato y burla que hay y falta de apoyo de la ciudad para tener un equipo que representa a la quinta ciudad del país”, dice el analista y comentarista deportivo santandereano, Andrés Marocco.
Reflejo de esta situación es la promesa de construcción del Centro de Alto Rendimiento, uno de los proyectos bandera en materia deportiva para la región, que ha pregonado el Indersantander durante más de 15 años. Se proyectaba desde 2012 para que estuviera listo en 2013 con una inversión de mil millones de pesos.
Hoy la Unidad Deportiva del Alfonso López se sigue en mal estado para más de 18 prácticas deportivas que usan su infraestructura; mientras que el Estadio cumplió su quinta remodelación con dos cambios de césped que infructuosamente le han costado más de $3.000 millones a los santandereanos.
Búcaros de Santander fue el primer equipo en recibir reconocimiento deportivo de Coldeportes lo que lo hizo el primer club profesional de baloncesto en Colombia.
La tabla de medallería es hoy el mejor indicador para medir como esa nula inversión estatal se refleja en el rendimiento deportivo del Departamento. Mientras que en los V Juegos Nacionales Santander ocupó fue cuarto, durante la última versión de estas justas en 2015, fue séptimo.
Sin embargo, no solo la inversión gubernamental se ha ido a pique, el capital de empresas privadas también es incipiente, producto mismo de los cambios empresariales que ha tenido la ciudad como, por ejemplo, la compra de las más grandes compañías santandereanas por parte del capital extranjero.
“En Antioquia es impresionante la ayuda que aportan las fuerzas vivas y también de la ciudad. Nada más fijémonos cuánto se han demorado en intervenir el Estadio de Atletismo La Flora tirándose la pelota entre unos y otros para al final arreglar un excelente escenario deportivo que le hace mucha falta a la ciudad”, agrega el periodista Andrés Marocco, vinculado a ESPN.
Para el pedalista santandereano y hoy comentarista deportivo, Víctor Hugo Peña, la inversión no solo debe ser de escenarios. “Indudablemente hay que tener procesos deportivos estructurados eso implica tener unos entrenadores que tengan un proceso deportivo y proyección que puedan contratarse durante cuatro o 10 años, pero se nombran entrenadores en marzo, con un contrato hasta noviembre y así no se puede”.
“Desde el Comité Olímpico Colombiano se han trazado políticas de continuidad y no es algo que se hace en un solo momento para cumplir con certámenes y juegos”: Alberto Galvis Ramírez, historiador deportivo y miembro del COC.