Especial 100 años de Vanguardia
Ángela Patricia Janiot - 100 años aquí estamos Vanguardia

Esta edición, no podía tener una mejor dirección que la de Ángela Patricia Janiot.

Esta periodista santandereana coordinó durante un año el abordaje de los temas que los periodistas de Vanguardia elaboraron para esta separata.

Editorial 100 años vanguardia

Editorial 100 años vanguardia

Es un inmenso privilegio ser la portadora de tan gratas noticias para nuestra ciudad en un día histórico. El primer siglo de vida de Vanguardia es una hazaña indiscutible, que todos en Santander debemos celebrar.

Este periódico, que durante varias generaciones ha sido el reflejo de la identidad regional al relatar nuestros triunfos, anhelos, desafíos, debilidades y penurias, es más que un ícono institucional; es parte de nuestra esencia como sociedad...

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Editorial 100 años vanguardia

Editorial 100 años vanguardia

Un día como hoy, hace un siglo, los bumangueses tuvieron por primera vez en sus manos ‘La Vanguardia Liberal’.

Con cuatro páginas en blanco y negro y un valor de tres centavos oro, se imprimieron 100 ejemplares del periódico que fue pensado por su fundador, Alejandro Galvis Galvis, como una plataforma para informar a esta región, proponer el debate libre de las ideas y promover el progreso de Santander. Este diario de los santandereanos ha cumplido con su deber durante 35.502 días sin descanso.

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Especial 100 años de Vanguardia
Ángela Patricia Janiot - 100 años aquí estamos Vanguardia

Esta edición, no podía tener una mejor dirección que la de Ángela Patricia Janiot.

Esta periodista santandereana coordinó durante un año el abordaje de los temas que los periodistas de Vanguardia elaboraron para esta separata.

Editorial 100 años vanguardia

Editorial 100 años vanguardia

Es un inmenso privilegio ser la portadora de tan gratas noticias para nuestra ciudad en un día histórico. El primer siglo de vida de Vanguardia es una hazaña indiscutible, que todos en Santander debemos celebrar.

Este periódico, que durante varias generaciones ha sido el reflejo de la identidad regional al relatar nuestros triunfos, anhelos, desafíos, debilidades y penurias, es más que un ícono institucional; es parte de nuestra esencia como sociedad...

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Editorial 100 años vanguardia

Editorial 100 años vanguardia

Un día como hoy, hace un siglo, los bumangueses tuvieron por primera vez en sus manos ‘La Vanguardia Liberal’.

Con cuatro páginas en blanco y negro y un valor de tres centavos oro, se imprimieron 100 ejemplares del periódico que fue pensado por su fundador, Alejandro Galvis Galvis, como una plataforma para informar a esta región, proponer el debate libre de las ideas y promover el progreso de Santander. Este diario de los santandereanos ha cumplido con su deber durante 35.502 días sin descanso.

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Especial 100 años de Vanguardia

Un guerrero frente a las adversidades

Es un inmenso privilegio ser la portadora de tan gratas noticias para nuestra ciudad en un día histórico. El primer siglo de vida de Vanguardia es una hazaña indiscutible, que todos en Santander debemos celebrar.

Este periódico, que durante varias generaciones ha sido el reflejo de la identidad regional al relatar nuestros triunfos, anhelos, desafíos, debilidades y penurias, es más que un ícono institucional; es parte de nuestra esencia como sociedad.

Especial 100 años de Vanguardia

Llegar a este envidiable aniversario ha significado para la familia editorial de Vanguardia superar desde su fundación infinidad de obstáculos, como fueron los vetos políticos y religiosos, las crisis económicas, la dispersión de las audiencias con la apabullante arremetida de la revolución digital, y sí; también les ha costado sangre, dolor y lágrimas, porque Vanguardia no estuvo inmune a la violencia que en este país nos ha dejado una huella en el alma marcada con fuego.

La Vanguardia Liberal comenzó a publicarse como un medio partidista, contestatario, irreverente, rebelde frente a una Colombia de hegemonía conservadora. Ventilaba las inquietudes de la otra colectividad que se abría camino con ideas de avanzada y de mayor apertura, que reivindicaba más libertades y que para la época eran mal vistas por la Iglesia católica, al punto que su fundador, Alejandro Galvis Galvis, fue excomulgado, al igual que su familia y varios de los lectores del periódico. También se salvó de milagro, tras ser el blanco de tiroteos en su carro y en su casa.

La siguiente embestida la encabezó el gobierno de Laureano Gómez, que impuso una censura a los contenidos del diario, lo que alimentó la ira de grupos retrógrados que terminaron incendiando sus instalaciones en 1953. Vanguardia no desfalleció, a pesar de que su maquinaria había sido destruida por completo. Al día siguiente se publicó en la imprenta de un amigo de la familia y el diario circuló con un titular que sigue tan vigente casi 70 años después: “Aquí estamos”.

Casi cuatro décadas más tarde el medio volvería a ser blanco de otro ataque feroz. En octubre de 1989 parte de sus instalaciones se desplomaron con la explosión de una poderosa bomba en un nuevo atentado de la guerra terrorista que lideraba el temido capo del narcotráfico Pablo Escobar.

Tres semanas antes, el periódico había cumplido 70 años y para celebrar aquel aniversario el presidente de entonces, Virgilio Barco, fue invitado para ofrecer un discurso en el que le declaraba la guerra al narcotráfico y al líder del Cartel de Medellín. El ataque terrorista fue en represalia a ese mensaje de rechazo a la violencia con que Escobar pretendía someter a todo un país. Vanguardia perdió a tres de sus empleados y otras diecisiete personas resultaron heridas.

Esta vez el corazón de la rotativa quedó intacto. Sin electricidad, escribiendo primero bajo la luz de las velas y después con generadores y computadores prestados; así en medio de los escombros y las trizas en que quedó el trabajo de dos generaciones, el periódico se levantó de entre las cenizas y al día siguiente circuló con un titular tan simple como desafiante: “Aquí seguimos”. Un mensaje contundente que Vanguardia enviaba para reafirmar su compromiso con la lucha contra el cáncer del narcotráfico.

A esa cruzada editorial se han sumado otras batallas importantes. En los ochenta, Silvia Galvis creó el departamento investigativo, que denunció la violación de leyes, de derechos humanos, la corrupción, creó conciencia sobre la necesidad de defender el medio ambiente y rescatar lo ético como parte de los valores y principios que sustentan la hoja de ruta del periódico.

Sus denuncias le valieron a Vanguardia varios premios de periodismo. Sin embargo; ese papel de fiscalización que Vanguardia, como cualquier medio independiente, ejerce sobre el ejercicio de la política y la labor de los funcionarios públicos también ha significado represalias. Algunos dirigentes han utilizado los dineros del Estado como un arma de venganza para “castigar’ al diario con la cancelación de la pauta publicitaria.

Los medios suelen estar bajo el asedio de intereses políticos; en algunos casos son estigmatizados como el enemigo, como un adversario político o como un representante de la oposición. La importante labor, que al decir de Albert Camus es la de “hablar mientras podamos, en nombre de los que no pueden”, suele incomodar a aquellos que usan el poder público para beneficio personal.

En el caso de Vanguardia, los vetos publicitarios con los que han querido silenciar al periódico han fortalecido aún más su compromiso de servicio hacia el departamento y su decisión de seguir denunciando los abusos de la política y la corrupción. Esa es una de las características de los santandereanos que es motivo de orgullo: decir las cosas ciertas de frente y sin tapujos.

El periódico también ha sabido sortear distintos momentos de dificultades económicas. La transformación corporativa y las inversiones en modernos equipos que lideró Alejandro Galvis Ramírez desde que asumió la dirección del periódico a los 24 años, pusieron los cimientos para que este medio se blindara en las épocas de vacas flacas. Lo hizo innovando, actualizándose en materia tecnológica y expandiendo sus horizontes, publicaciones y contenidos a otras regiones con la misma impronta de profesionalismo que caracteriza su larga trayectoria.

No es fácil mantenerse vigente en épocas tan difíciles para el periodismo mundial. Son muchas las publicaciones y periódicos que pierden la competencia y sucumben frente a la versatilidad y el alcance del mundo digital.

Colombia no está exenta de este fenómeno. Entre diciembre de 2018 y agosto de 2019 cerca de 400 periodistas han perdido su trabajo por la difícil situación económica que atraviesan los medios de comunicación. Otros medios han cerrado y la gran mayoría han disminuido su circulación.

Especial 100 años de Vanguardia

Vanguardia sigue siendo relevante. Mientras las redes sociales generen un alto porcentaje de contenidos falsos, manipulados, tendenciosos e irresponsables, el público seguirá buscando fuentes que le son confiables y que han construido a pulso su credibilidad por décadas. El profesionalismo, la verdad y las historias bien contadas siguen siendo una buena apuesta. Más aún, cuando las personas que nos permiten conocer nuestro entorno y realidad se han levantado con valor de la adversidad y están comprometidos con una comunidad de lectores a la que le prestan un servicio fundamental con profesionalismo, independencia, integridad y un alto sentido de la responsabilidad social.

Tenía razón Gabo cuando dijo que el periodismo es el mejor oficio del mundo. Lo es, en la medida en que nos da acceso a una información útil que nos permite progresar, aprender, cuestionar, analizar y estar mejor informados sobre lo que nos afecta como comunidad. Ese es el temple que nos identifica. Ese es el carácter que como santandereanos compartimos con Vanguardia; y en sus páginas seguiremos contemplándonos frente al espejo para conocernos mejor.

Muchas felicidades y larga vida.

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Especial 100 años de Vanguardia

Un siglo narrando la historia de Santander

Un día como hoy, hace un siglo, los bumangueses tuvieron por primera vez en sus manos ‘La Vanguardia Liberal’.

Con cuatro páginas en blanco y negro y un valor de tres centavos oro, se imprimieron 100 ejemplares del periódico que fue pensado por su fundador, Alejandro Galvis Galvis, como una plataforma para informar a esta región, proponer el debate libre de las ideas y promover el progreso de Santander. Este diario de los santandereanos ha cumplido con su deber durante 35.502 días sin descanso.

Vanguardia ha sido la narradora constante de la historia de Santander, y por eso, en esta edición especial, quisimos invitar a santandereanos que han dejado huella en el país y en el mundo, para que a través de sus palabras construyeran este testimonio de lo que significa que este diario haya llegado al centenario y lo que ha aportado en la construcción de sus vidas profesionales y de esta región.

El primero, Ruvén Afanador, es considerado uno de los fotógrafos latinoamericanos más importantes del mundo actual. Su trabajo ha sido publicado en New York Times Magazine, Vogue, Elle, Rolling Stone, Vanity Fair y su lente retrata hoy a las figuras más influyentes del mundo.

Para esta edición especial, este bumangués aceptó retratar, ahora en palabras, lo que marcó su infancia en Bucaramanga y las fotografías de las reinas que veía en las páginas de Vanguardia, antes de migrar a Estados Unidos, donde vive desde los 14 años.

Mario Hernández es sin duda uno de los empresarios del cuero más reconocidos en el exterior. Durante más de 40 años ha logrado construir una marca que hoy es señal de prestigio y que está en cerca de 70 tiendas en distintas ciudades de Colombia. Este hombre, nacido en Capitanejo y símbolo de la tenacidad empresarial, aceptó escribir para esta edición especial sobre el futuro de Santander y la fuerza de esta región.

La pluma siempre ágil de Pablus Gallinazo, bautizado cuando nació en Piedecuesta como Gonzalo Navas Cadena, retrata cómo las páginas de este diario fueron el espacio donde el cantautor, que marcó la historia de la música protesta, encontró eco de sus ideas a mediados de los sesenta, que se transformaron en cientos de canciones que reflejan las ideas de un movimiento intelectual y de una época.

Se suma a esta reconstrucción de la historia regional Jose Luis Ramírez León, un abogado experto en relaciones internacionales, quien fue parte de la Unidad Investigativa de Vanguardia en época de Silvia Galvis, y que tras ser Ministro Plenipotenciario en la Misión Embajada de Colombia ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y de recorrer diversas e importantes posiciones diplomáticas, es hoy asesor del Secretario General de la OEA. Sus recuerdos evocan la cita infaltable con “La Vanguardia” de cada día.

Y sería imposible recoger la historia de Vanguardia sin Zorayda Uribe de D’silva, una mujer que durante 59 años trabajó en esta casa editorial y fue la mano derecha, primero de Alejandro Galvis Galvis, luego de Alejandro Galvis Ramírez y finalmente de su hijo, Alejandro Galvis Blanco.

Cierra esta invitación especial a escribir el señor presidente de la República, Iván Duque Márquez, quien quiso entregarle a esta edición centenaria una reflexión sobre el crecimiento de esta región, siempre de la mano de Vanguardia.

Esta edición especial está hecha como un testimonio del último siglo que hemos vivido los santandereanos y como una manera especial de decirles a todos nuestros lectores ¡gracias!, sin ustedes estos 100 años no hubieran sido posibles.

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Especial 100 años de Vanguardia

Vanguardia del futuro
Mario Hernandez

El carácter franco, directo y sincero, su capacidad para enfrentar con constancia y tesón las adversidades de una tierra agrológicamente difícil, rocosa y seca, su vida laboriosa y austera y su solidaridad y cariño entre ellos son razones de peso para creer, sin pecar de provincianismo, que los santandereanos están hechos de un “material especial”. A lo mejor tienen razón quienes dicen que ello se debe a que son “obedientes” de unas mujeres de “armas tomar” que lo han demostrado desde las épocas de la independencia.

Y es que las referencias históricas sobre las mujeres guanes son muchas y hacen sentir orgullosos a los varones. Juan de Castellanos, cronista de indias, comentaba: “Tienen disposición y gallardía y es gente blanca, limpia, curiosa, los rostros aguileños y facciones de linda y agraciada compostura”.

Cómo no sentir orgullo por Santander, que es hoy la cuarta economía del país y ha desplazado a otras regiones con mayores ventajas comparativas como Atlántico, que tiene mar y el principal puerto de exportación, y a Cundinamarca, que tiene la “bendición” de las tierras y del gran mercado que representa Bogotá. Para quienes no lo saben, el café entró a Colombia por Santander, desde Venezuela, y aunque no es extensivo como en otras zonas del país, la calidad es única y reconocida internacionalmente.

Según organismos como la Cepal y el Consejo Privado de Competitividad, la capital santandereana es la tercera del país en cuanto a eficiencia, desarrollo de la ciencia y la tecnología y condiciones básicas, y la cuarta en capital humano y fortaleza de la economía. Sin duda que son elementos muy importantes que estimulan la innovación y la creatividad regionales.

Hay mucha historia escrita en los textos sobre el departamento, pero la de los últimos 100 años ha tenido un protagonista sin par, que es el periódico Vanguardia, que sin duda representa no solo la identidad cultural de la región, sino que ha participado activamente en el desarrollo económico y social y ha sido el guardián de la sociedad civil, cuyos resultados no se pueden desconocer en términos de cobertura en asuntos como la educación, salud, disminución de la pobreza y crecimiento empresarial, en particular de la pequeña y mediana empresa.

El nombre de Vanguardia Liberal correspondió a una época en la que los medios de comunicación impresos, nacionales y locales, estaban afiliados a los partidos políticos. Así nació el medio santandereano como referente del Partido Liberal hace 100 años. Ya Vanguardia dejó ese rótulo y se abrió a todas las ideologías y credos en una clara concepción de su servicio a toda la comunidad con identidad, arraigo y credibilidad. El ADN santandereano no lo ha perdido ni siquiera en los momentos difíciles, cuando fue vetado por gobiernos dictatoriales o destruidas sus instalaciones por la acción terrorista del narcotráfico a finales de los años ochenta. Alejandro Galvis Ramírez ha honrado así con toda la seriedad y ética el legado de su padre Don Alejandro Galvis Galvis, extendiendo la filosofía a otros medios regionales en ciudades como Cartagena, Pereira, Ibagué y Popayán.

Que una empresa colombiana celebre 100 años es algo grandioso, pero que un periódico alcance ese registro es más que sobresaliente, en particular por lo que todos sabemos está ocurriendo con los medios tradicionales por efecto de la revolución tecnológica y el cambio en los hábitos de consumo de la información, vía las redes sociales, mucho más mediático y de dudoso contexto y calidad. Es una realidad de la cual no se puede escapar y que no se sabe a dónde llevará.

Sin duda alguna, Vanguardia podrá enfrentar el reto de ajustarse a nuevas audiencias como lo reclama el mundo de hoy. Ese carácter santandereano es un activo de gran valor en ese objetivo, que con la solidaridad regional permitirá celebrar los 200 años. !Buen viento!

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Especial 100 años de Vanguardia

La Vanguardia y
La Avant-garde
Pablus Gallinazo

En un principio pensé que escribir esta columna de prensa que sólo verá la luz una vez en la vida, más que un honor era un regalo efímero y por ello doloroso. Pero, pensándolo mejor, llegué a la conclusión de que los invitados a hacerlo somos una especie de milagro, como el de esas extraordinarias flores maravillosas que sólo florecen y exhalan su perfume una vez cada 100 años.

Apenas transcurrida la primera mitad del siglo pasado, una docena de aprendices literarios aparecimos de la noche a la mañana en las páginas centrales de Vanguardia para quedarnos allí los 50 años siguientes. ¿Quiénes fuimos los integrantes de esa avanzada que irrumpió en la prensa de los domingos a comienzo de los queridos y famosos años sesenta? Entre otros, Álvaro Navas, Augusto Pinilla, Luis Lloreda, Carlos Gómez… y este inútil servidor. El proyecto se llamó con humildad y soberbia “La Academia”.

Hacíamos parte con el resto del nuevo mundo de lo que se conoció como l´avant garde. La primera línea del movimiento transformador, renovador y, por decirlo literalmente, revolucionario, que le dio el bote al oficio de escribir.

Éramos una comunidad –de gustos, estilos, intereses e ideales- que vivía o se proponía vivir en constante contacto con la realidad, en ella considerados más importantes que todos, los demás seres humanos. Aunque no lo manifestáramos abiertamente, todos llevábamos por dentro la certeza de que habíamos nacido para servir y compartir nuestros privilegios con aquellos que no habían ganado ninguno de los premios de la veleidosa Lotería Universal.

Poco a poco fueron reventando las primeras semillas y la producción está a la vista: poesía, novelas, libros insólitos e insolentes, crónicas, cuentos, reportajes, que eran la punta del inmenso iceberg que construyó con una persistencia secreta el menor de los académicos, Álvaro Navas, y que se constituyó en el orgullo personal de todos nosotros.

Álvaro hizo de la lógica el motor de su vida: sacó de la nada una empresa de servicios sin par en el mundo -Sistemas y Computadores- cuyo fruto de todos es el Libro Total. Su empresa fue volver a escribir sesenta mil libros y ponerlos en la biblioteca digital con más recursos técnicos del planeta y herramientas de inteligencia, que le permiten a todo lector navegar en la inmensidad de la superficie y descender a las profundidades abisales del universo escrito, donde todo se conecta como en un gran supercerebro iluminado capaz de contener a la flor y nata de la humanidad.

Cuando apenas se iniciaba la tarea de levantar la ‘Divina Comedia’ y ‘Don Quijote de la Mancha’, de nuevo apareció nuestro amigo de toda la vida, Alejandro Galvis Ramírez, para ponerse con su diario a disposición del futuro en la tarea de cubrir y apoyar la difusión de la hazaña, de suerte que, en últimas, estos primeros 100 años de Vanguardia son 100 años a los que podemos sumarle los nuestros.

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Especial 100 años de Vanguardia

100 años de historia, desarrollo y crecimiento regional
Iván Duque Márquez

Hoy hace exactamente 100 años los santandereanos recibieron la noticia de poder contar con un nuevo medio de comunicación en su departamento, que narrara con una nueva visión, su propia historia.

Don Alejandro Galvis Galvis, con ese espíritu trabajador, característico de los santandereanos, no solamente creó un medio de comunicación, sino un testigo inigualable tanto del desarrollo como de la historia de Santander, en momentos en los que el Departamento contaba con cerca de 600.000 habitantes y con la Cámara de Comercio de Bucaramanga, que había sido creada años antes de que Vanguardia saliera por primera vez de la imprenta.

La migración se convertiría en uno de los motores de desarrollo regional y la pujanza santandereana convertiría a esta tierra en un territorio fértil para el surgimiento del comercio y de la industria petrolera. Años más adelante, en 1940, Santander recibió en Bucaramanga la apertura de la oficina de la Federación Nacional de Cafeteros, y a mediados del siglo XX, la modernización impulsó, con éxito, el incremento de la industria manufacturera en un Departamento que, para 1945, contaba con 800 establecimientos comerciales.

Más adelante, el desarrollo de Santander se enfocó en la industria alimenticia, manufacturera y de materiales de construcción, permitiéndole continuar con un crecimiento económico que aún continua y sigue vigente.

Hoy en Santander el café y el petróleo siguen estando en los primeros renglones de la industria, en 2018 fueron creadas 13.980 nuevas empresas, su Zona Franca fue incluida nuevamente por su potencial de inversión en el ranking The Global Free Zone of the Year, del Financial Times, y adicionalmente, los santandereanos hoy pueden sentirse orgullosos de tener un papel protagónico en el desarrollo de la salud en Colombia, que hoy presenta a la región como un destino regional para la atención médica.

Durante estos 100 años de historia, Vanguardia también forjó un camino empresarial que lo llevó a incursionar en el mundo digital y a la expansión hacia otras regiones del territorio nacional. Esas mismas regiones con las que decidimos gobernar y trabajar por un Plan de Desarrollo, en el que incluimos el Pacto Región Santanderes, con el que tenemos como objetivo impulsar a estos departamentos como eje logístico, competitivo y sostenible de Colombia.

Y es justamente, a partir de la Ley de Regiones, que los departamentos pueden contar con herramientas que les permitan planear y organizarse para desarrollar procesos regionales hacia la construcción colectiva de país, desde los territorios, con un objetivo conjunto de equidad, haciendo posible la integración regional.

La construcción de mejor infraestructura, la posibilidad de implementar conjuntamente políticas de turismo, de unificar criterios de desarrollo que conlleven a tener una integración estratégica para la planeación, son algunas de las opciones que la Ley abre a las regiones y que nos permitirá cerrar brechas entre los territorios.

Estoy seguro que Vanguardia continuará llevando el mensaje de este nuevo periodo de la historia, que esta integración regional le traerá a Santander. Y así mismo, también será su protagonista, como lo ha hecho hasta ahora, siendo capaz de ir a la par con el desarrollo de la región.

Tanto Santander como Vanguardia no solo son muestra del carácter pujante santandereano, sino que son ejemplo de dedicación, esfuerzo, resiliencia y emprendimiento. De ese emprendimiento que, desde el gobierno nacional, estamos impulsando con competitividad e innovación, con la formalización empresarial, con la supresión de trámites innecesarios para el empresario y con una Ley de Financiamiento que estimula el desarrollo digital, la sostenibilidad y la Economía Naranja, pero sobre todo el crecimiento de nuestro capital humano y su inmersión en la Cuarta Revolución Industrial, a la que todos los santandereanos están invitados a protagonizar desde ahora.

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Especial 100 años de Vanguardia

Que 100 años no es nada…
José Luis Ramírez León

Vanguardia, el periódico con el que crecí y me volví adulto, cumple 100 años. El tiempo pasa, y de qué manera. Son demasiados recuerdos, comenzando por la sana costumbre de desayunarse con caldo con huevo, arepa y las noticias al alcance de la mano. La ciudad, el departamento, el país y el mundo lo eran, en gran medida, a través de sus páginas.

¿Cómo definir, siendo un orgulloso santandereano, el periódico de uno? Demasiadas cosas se atropellan en la memoria. El Doctor Alejandro Galvis Galvis, que defendió las ideas liberales desde su rotativo. Silvia, la inolvidable albacea de su legado, que honró la memoria de su padre en defensa de la libertad de expresión y la lucha contra la corrupción. Alberto Donadío, su esposo, cómplice y maestro permanente del periodismo. Kai (Sebastián) Hiller. Doña Alicia, Alejandro, Virgilio, Hortensia y Tina.

De niño, el día más esperado era el domingo. El periódico venía con un cuadernillo en el que estaban las tiras cómicas. Educando a Papá, El Fantasma, Benitín y Eneas, Archie, Mandrake, Tarzán, Dick Tracy... ah, y “Aunque Usted No Lo Crea” de Ripley, que yo recortaba y coleccionaba. Como diría alguien: ¡qué de recuerdos, qué de tiempos!

Luego, el ritual continuaba con la primera página donde estaban las noticias de interés para uno. La mejor forma de leerlas era sobre el piso, pues difícilmente se podía hacer la maniobra de agarrar el periódico con las dos manos y doblarlo con facilidad. Eso se aprendería con la práctica. Pasar a la sección de deportes para saber cómo le había ido al Glorioso. En época de vacaciones, la última página era de consulta obligada. Ahí estaban las películas para ver en el Santander, el Ana Lucía, el Unión, el Rosedal, los Cinemas, el Riviera o el Soto. Siempre escuché decir que en Bucaramanga nadie nacía, se casaba o moría, si no salía en Vanguardia. Era cierto.

Ya, en la adolescencia, la sección internacional era indispensable. Se dedicaba una página a América y otra al Mundo. Su lectura y diario seguimiento terminaron por marcarme un camino. La vida me llevó, terminando Derecho en la UNAB, a trabajar con Silvia Galvis en el Departamento Investigativo, junto a Eduardo Durán, Carlos Gómez, Carlos Guillermo -Gazo- Martínez y Pastor Virviescas. Fueron tres inolvidables años con los mejores maestros: Silvia y Alberto. Tiempo después, Silvia me invitó a reemplazarla un mes en la Dirección de Vanguardia. Allí me presentó a una bella, inteligente y talentosa periodista que hoy es mi esposa.

Ahora, desde la distancia, me entero de lo que pasa en la tierrita gracias a su edición digital, al Twitter e Instagram. No sé si los jóvenes de la era digital sientan lo mismo que uno sentía de niño un domingo en la mañana cuando, por debajo de la puerta, se deslizaba muy temprano el periódico. Lo que sí espero es que Vanguardia siga siendo, para todos por igual, un referente obligado de la santandereaneidad, como el mute, el cabrito, la pepitoria y la Kola Hipinto. ¡Dígame si no, mano!

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Especial 100 años de Vanguardia

Recuerdos vivos
Ruvén Afanador

Durante mi inolvidable niñez en la ciudad de los parques almorzábamos juntos en familia cada día en nuestra casa. Mi papá Enrique cerraba su negocio, La Relojería Suiza, situado en el parque Centenario y llegaba puntual cada mediodía. Mi mamá Isabel, directora del Colegio Libertad donde mis hermanas y yo estudiábamos, nos traía a la casa y compartíamos sopa, seco y jugos de guanábana o de curuba. Al final, casi siempre, el postre clásico de mora o brevas servido en platico de vidrio, a veces con arequipe o bocadillo. Después mi papá se dirigía a un patio secundario de la casa para sentarse en una silla amarilla del color de la bandera y, allí, antes de tomar su siesta leía Vanguardia Liberal de principio a fin. Yo lo observaba con sus piernas cruzadas y con el periódico tapándole la cara. Leía atentamente las primeras páginas, me entregaba unas pinzas de relojero y yo, encaramado en sus piernas, terminaba sentado a su lado. Con cuidado despejaba sus sienes de algunas canas blancas mientras que él continuaba atento su lectura del periódico. Mientras tanto, me mostraba y comentaba algunas noticias. Cuando terminaba, se retiraba a su siesta antes de regresar a la relojería. Mi mamá, mis tres hermanas y yo regresábamos entonces al colegio para continuar los estudios de la tarde.

Durante aquellos años sesenta, los reinados de belleza en Colombia y en Bucaramanga eran grandes acontecimientos. Mis primeros recuerdos asociados con mi pasión incipiente por la fotografía y la belleza, comenzaron con una suerte de obsesión por las reinas de Bucaramanga y Santander. Vanguardia Liberal fue mi cómplice en esto y me mantenía al día con cada reina y cada evento, fuera desfile o coronación. Mis papás me complacían y a veces me llevaban a presentaciones especiales de las reinas en el Club del Comercio y en el Club Unión. Espectáculos que impactaron e inspiraron mi imaginación. Al día siguiente, miraba las fotos del día anterior en el periódico y quedaba impresionado con la manera en que las imágenes mostraban a las reinas aún más bellas a como las había visto la noche anterior. Esta magia creada por la cámara y el fotógrafo combinada con la fotogenia de aquellas mujeres me marcó para siempre. Unos días dorados, así los recuerdo todavía. Una fuente de inspiración que continúa intacta para mí. ¡Gracias, Vanguardia Liberal!

Me despedí difícilmente de Bucaramanga cuando tenía catorce años. Fue muy duro vivir alejado de la ciudad de mi infancia durante los años siguientes en que me vi obligado a asumir la cultura norteamericana en una población situada en el estado de Michigan, Estados Unidos. Mi primer retorno a Bucaramanga sucedió mucho después. Tenía treinta y un años y estaba consolidando una carrera de fotógrafo desde Nueva York y en distintas ciudades del mundo. Durante ese maravillado reencuentro y en los innumerables viajes que he hecho a la ciudad familiar siempre he leído el periódico con avidez. He podido observar su evolución en un mundo donde ya lamentablemente el diario ha cambiado su presencia en nuestra cotidianidad. Admiro y entiendo el gran esfuerzo que realizan a diario los propietarios, la dirección editorial y el magnífico equipo que mantiene en nuestro mundo santandereano la actualidad rigurosa en primer plano. Cien años cumplidos merecen grandes felicitaciones.

Mi papá Enrique Afanador Pérez falleció hace nueve años. De mis últimos recuerdos con él conservo la imagen de él sentado por las mañanas en su casa en Estados Unidos, al frente de su computador, leyendo la versión digital de Vanguardia Liberal. Yo lo observaba con nostalgia y admiración pues aún a su edad y, alejado por miles de kilómetros, deseaba mantenerse al día con su ciudad natal. Y lo lograba gracias a las noticias de su querido periódico, de nuestra amada y siempre extrañada Bucaramanga.

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Especial 100 años de Vanguardia

¿Qué significa Vanguardia para mí?
Zorayda Uribe de D’silva

Cuando me hacen esa pregunta, vienen muchas cosas a mi mente, me pasa una película a toda velocidad, llegan recuerdos, historias, anécdotas. Hay muchos sentimientos tejidos a lo largo de los años. Vanguardia es mi casa, es parte de mi familia, es el lugar donde pase 59 años de mi vida, donde tuve oportunidad de conocer personas maravillosas que me han marcado profundamente. Fue y ha sido un privilegio y un honor el haber sido formada por un gran ser, político y periodista, el Doctor Alejandro Galvis Galvis y la Señora Alicia Ramírez de Galvis Galvis, una mujer de temple y carácter; luego trabajé al lado de uno de los más grandes empresarios, líderes y visionarios del departamento, el Doctor Alejandro Galvis Ramírez, con quien aprendí todo lo relacionado con el mundo empresarial y quien, con el paso de los años, me ha honrado con su amistad. Años más tarde gocé de la posibilidad de estar presente para la tercera generación y trabajar con Alejandro Galvis Blanco, el hombre de los grandes retos y transformaciones, así como con Ernesto Galvis Blanco, Aldo Bolio Galvis y Sebastián Hiller Galvis, de quienes también tengo valiosas enseñanzas e imborrables recuerdos.

La Vanguardia que yo conozco es la que me dejó amistades entrañables como la de Rodolfo González García, Eduardo Durán Gómez, Isolina Ballesteros Coronel, Plinio Silva Marín, Próspero Rueda Rodríguez, Leonor Santamaría Otero, Alicia Bohórquez Ortiz y muchas otras personas que llevo presentes en mi corazón. Es el lugar donde también pude compartir con mi hermano Álvaro Uribe Sandoval.

Yo conozco la Vanguardia que se ha hecho a pulso, que ha librado duras batallas por temas políticos o religiosos; la que sufrió por la bomba del año 89 y que no fue posible acallar; la que tiene un marcado compromiso con el departamento; la que está al servicio de su gente; la Vanguardia que vive, siente y le duele lo que pasa en la región; la que ha estado comprometida con los grandes proyectos empresariales y sociales del departamento; la que emuló, sin guardarse nada, su experiencia en el periodismo regional, para desarrollar periódicos en otras ciudades; la que registra a diario, en sus páginas, el quehacer de la ciudad; la que guarda sigilosamente la historia del departamento en sus páginas.

Fueron 59 años como testigo de excepción del compromiso incansable de la familia Galvis con la región, de su interés por generar empleo y desarrollo, de ser referente para Santander y por la que brindo por otros 100 años de gloriosa existencia.

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Especial 100 años de Vanguardia

“Aquí estamos y seguiremos estando”
María Juliana Acebedo O.

Dos atentados que intentaron silenciar el periódico, éxitos, reconocimientos, cubrimiento de los hechos que marcaron historia en nuestra región, denuncias e investigaciones; definitivamente como lo manifestó Alejandro Galvis Blanco en sus emotivas palabras el pasado jueves en la celebración del centenario de Vanguardia: “En 100 años hay tiempo para vivirlo todo”

“Aquí estamos y seguiremos estando”, concluyó en su discurso el Gerente de Vanguardia; sin duda esta casa periodística tiene un papel clave en la historia de nuestra región; desde las páginas del periódico, Vanguardia ha venido actualizándonos día tras día sobre los hechos relevantes de Santander, además ha visibilizado y denunciado hechos de corrupción, en este aspecto la tarea de informar con responsabilidad y contundencia continúa.

En la región tenemos un reto grande para poder escribir una nueva historia, tenemos la obligación y la responsabilidad de cambiarle la cara a Santander en temas de lucha contra la corrupción, la tarea debe comenzar ahora; el primer paso será en las próximas elecciones locales: voto libre, responsable e informado.

Como ciudadanos tenemos el deber de vigilar y hacer control social al funcionamiento de lo público, cada día deben haber más ciudadanos informados y activos que incidan en la protección de la gestión de los intereses públicos y generales que afectan a la ciudadanía de manera positiva o negativa, deben existir ciudadanos con la gallardía suficiente para ejercer la sanción social de la corrupción; este esfuerzo ciudadano podría hacer la diferencia en la lucha contra este flagelo y cambiar la historia de nuestro departamento.

La corrupción es un lastre que nos roba oportunidades de desarrollo, oportunidades de crecimiento y de prosperidad; la corrupción en lo público incide en el comportamiento de la economía de la región; la corrupción nos hace perder la confianza en las instituciones públicas; la corrupción genera y promueve a una sociedad desigual; la corrupción es uno de nuestros mayores problemas con un alto nivel de impunidad, lo que contribuye a tener una sociedad desconfiada y escéptica.

Por esta razón, nosotros como ciudadanos tenemos la gran responsabilidad de reescribir nuestra historia en los próximos 100 años.

¡Felicidades Vanguardia!

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100 años de buen periodismo - 100 años de Vanguardia
Especial 100 años de Vanguardia

Un siglo de periodismo
Yesid Lancheros

En momentos en que el periodismo atraviesa por una de sus épocas más turbulentas, debido a la crisis en el modelo de negocio y la fuerte irrupción de las plataformas digitales, Vanguardia cumple sus primeros 100 años. Es una excelente noticia para un diario que a lo largo de este centenario se ha convertido en un patrimonio de los santandereanos. Vanguardia es un referente, un símbolo de identidad, una marca que refleja lo que somos.

Que este siglo sea un motivo para enaltecer, en primer lugar, a la familia Galvis, cuyo empuje empresarial ha permitido que Vanguardia narre la historia de Santander, del país y del mundo. El primero de septiembre de 1919, Alejandro Galvis Galvis fundó un modesto diario de cuatro páginas, cuya edición costaba tres centavos de la época. La finalidad era defender unos valores liberales y una manera de ver el mundo. Lo valioso es que 100 años después, generación tras generación, la familia mantiene el control del periódico.

Vanguardia ha logrado sortear dificultades, como el incendio de 1953, en la época de la Violencia, o el atentado terrorista de 1989, que sufrió a manos de Pablo Escobar. El coraje de Alejandro Galvis Ramírez y la visión de Alejandro Galvis Blanco han permitido que este diario siga adelante y que hoy sea un ejemplo de transformación digital y de adaptación a las nuevas épocas que vive el periodismo.

En segundo lugar, hay que rendirle un homenaje a los periodistas. Hombres y mujeres que escriben en la sala de redacción de la calle 34. Crecimos leyendo sus noticias, reportajes, crónicas y entrevistas. Sus nombres permanecen en nuestra memoria. También a los fotógrafos y a todo el equipo que se necesita para elaborar un diario de calidad y que es referente del buen periodismo regional.

En estos días, conversando con la directora Diana Saray Giraldo, decíamos que no hay una persona en la región que no tenga un recuerdo con este diario. Es verdad: todos llevamos algo de Vanguardia. En mi caso, por ejemplo, mi primer artículo fue publicado en este periódico, el jueves 11 de mayo del 2000, y era una reflexión a raíz del asesinato del profesor Jesús Antonio Bejarano. En aquel entonces, estudiaba periodismo en la Unab y Vanguardia tenía una página universitaria donde recibía textos de jóvenes. Hoy, casi 20 años después, tengo el honor de escribir una columna de opinión en este diario. ¡Gracias Vanguardia!

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