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El corazón de la Refinería

Crónica

La Refinería de Barrancabermeja simboliza el corazón energético del país. Una crónica de sus 100 años de funcionamiento y los símbolos que la ubican en la génesis de la industria petrolera de Colombia.

Barrancabermeja flota de calor. El sonido siempre cambiante de la Refinería, como fábula ensordecedora del progreso del país, no se silencia nunca. Ciudadela de metal, amarrada hace un siglo al borde irregular del río Magdalena, cuyas aguas parecen bendecirla de acuerdo a la voluntad de sus corrientes, sequías, inundaciones, barcas, chalupas y alargados planchones de motor, por donde empezaron a armarla a pedazos hace 100 años.

Por este río grande, hamaca verde de corrientes engañosas y estómago turbio repleto de bocachicos, bagres, nicuros, babillas, nutrias, vallenatos clásicos, chinchorros usados y pesares de pescadores llegaron del municipio de Talara, en Perú, los primeros alambiques para refinar crudo por primera vez en este país, bajo el ímpetu del fuego tierno de leña.

3.000 habitantes tenía el Puerto Petrolero en 1922, cuando entró en operación la Refinería de Barrancabermeja. A la fecha, es el segundo municipio más poblado del departamento.

Refinería, inmensa armatoste, con pequeñas y grandes venas de metal por donde fluye petróleo y sus derivados. Siempre llena de luces, que centellean a su gusto rompiendo la oscuridad reinante de una Barrancabermeja que nunca olvida su imponente mechero.

Se trata de esa torre de hierro de 90 metros de altura, [donde se deshace el gas residual], capaz de escupir lenguas de fuego por encima de los 20 metros. Faro de miles de generaciones, cuyo fogonazo imponente y amarillo es luz para los recuerdos.



¡Ah! Y no se puede olvidar el portentoso pito, escandalosa sirena silenciada el 21 de febrero de 2003, luego de que sonara puntualmente desde 1922. Amarga suerte tuvo este ritual de acero. Sonido inconfundible que marcaba con los ritmos de la Refinería los compases aleves de la ciudad acalorada, las pautas para despertar o almorzar, o las algarabías propias de las huelgas de los trabajadores.

Prodigioso pito, atosigador del aire, corno eterno de criollos, operado desde una palanca por un obrero que imprimía presión a un flujo de vapor de 25 libras. Sonido enterrado cerca de las raíces de Barrancabermeja y los miles de miles de santandereanos que caminaron y sudaron la imponente Refinería de Barrancabermeja, que este 18 de febrero cumple un siglo de operaciones.

6.000 personas, entre trabajadores directos y contratistas, se concentran en la Refinería de Barrancabermeja en la actualidad. Durante el último siglo, ha sido motor del desarrollo de Santander y el Magdalena Medio.

La Refinería de Barrancabermeja es un activo estratégico de los colombianos. Desde sus instalaciones, Ecopetrol cubre la demanda interna de combustibles del 80% del interior del país y abastece de productos petroquímicos a la industria nacional.

Suma ya un siglo de actividades como el más importante centro de refinación y petroquímico del país, con una capacidad de procesamiento de 250 mil barriles de petróleo, que transforma en combustibles limpios y productos petroquímicos como los aromáticos, las parafinas y el polietileno.

Desarrollo regional

La refinería recibe en sus entrañas todos los días a 1.500 trabajadores directos y 5.000 más de empresas contratistas aliadas. Todo este engranaje comenzó mucho antes de su diseño y millones de dólares invertidos en su adecuación.

Para ser exactos, su génesis parte en 1536, cuando los únicos que mostraban un gran interés por el oro negro que hervía en pozos de lo que hoy es Santander eran los indígenas. Ellos, aseguran varios documentos históricos, “se lo untaban para reducir el cansancio y darle fortaleza a los músculos y para impermeabilizar sus embarcaciones”.

Desde los tiempos de Gonzalo Jiménez de Quesada, que buscaba ese “aceite negro con poderes mágicos”, se le llamó Infantas a esta zona única con rezumaderos, en honor de las princesas de la corona española.

Esta área de Barrancabermeja en ese entonces, según el investigador Diego Otero Prada, “permaneció despoblada por blancos desde 1536 hasta comienzos del siglo XX. Era un simple punto de tránsito y posteriormente puerto de abastecimiento de leñas para los vapores hasta que la explotación del petróleo cambió la situación…”.

Pasaron 368 años desde entonces, para que se volviera a escribir la historia del negro manantial. Mientras el país discutía los efectos de la bonanza del caucho, el coronel José Joaquín Bohórquez, veterano de la Guerra de los Mil Días, sacó unos recipientes de petróleo del área de infantas, que le llevó en 1904 al empresario y geólogo de origen francés Roberto De Mares, residente en Barranquilla.

La idea de explorar la zona le impresionó. Entonces hizo la solicitud para la exploración y explotación. Luego de un sinnúmero de trámites, en noviembre de 1905 le fueron concedidos los derechos de explotación, que generarían, años después, el nacimiento de la gran empresa colombiana de petróleos. Esta fecha, según los expertos, representa el nacimiento petrolero del país y el ADN de la Refinería de Barrancabermeja.

De acuerdo con el investigador Diego Otero Prada, “Con base en el Decreto No. 34 de 1905, el 30 de noviembre de 1905, el Consejo de Ministros, en cabeza del General Rafael Reyes, padrino de matrimonio del señor Roberto De Mares, le concedió a este la concesión para la explotación del petróleo, en lo que se conoce como la Concesión De Mares, con la obligación de comenzar los trabajos 18 meses contados a partir de la fecha de aprobación”.

La concesión tuvo una vigencia de 30 años. No obstante, 11 años más tarde, en 1916, De Mares vendió sus derechos a la firma Berrendum y Tress de Pittsburg, que creó la Tropical Oil Company, conocida en Santander como la “Troco”.

La Concesión De Mares comprendía el área que en la actualidad se conoce como el Magdalena Medio. Junto a la Tropical Oil Company se realizan las primeras perforaciones de exploración en la zona de Infantas, en lo que en la actualidad es Santander.

Para 1919, la empresa estadounidense tenía el control de la concesión, después de que De Mares les traspasara el contrato con 30 años de permiso de exploración, con la condición de desarrollar una refinería en la región que, a largo plazo, abastecería al país.

Barrancabermeja era entonces un corregimiento del municipio de San Vicente de Chucurí. La llegada de “Troco” cambió esta región, que seguía incomunicada de Bucaramanga. “El caserío de 900 habitantes en 1914 aumentó en 1922 a 3.000 habitantes”.

Algunos, en aquel entonces la llamaron la “Babilonia”, por la suma de extranjeros, nacionales, indígenas, ingenieros, aventureros, obreros y hasta maleantes, que sus desórdenes vencieron el llamado decoro de buenas costumbres de la sociedad católica de entonces.

En 1920 la International Petroleum Company, que tenía su base de operaciones en Perú, adquirió todas las acciones de la “Troco”, que siguió operando la concesión.

El 18 de febrero de 1922 llegaron por el río Magdalena en barcazas los primeros alambiques, tanques diseñados para destilar crudo, los cuales fueron traídos desde el municipio de Talara, en Perú. Con ellos se empieza la historia de la Refinería de Barrancabermeja.

Según archivos, la leña fue la principal fuente de calor utilizada para la destilación de cerca de 1.500 barriles por día en ese entonces. Con el paso de los años y el avance de la tecnología, la Refinería de Barrancabermeja ha ido creciendo, aumentando sus productos y mejorando sus procedimientos y confiabilidad.

Dos meses después, el 26 de abril, Barrancabermeja nace como municipio, con un presupuesto de 10.090 pesos. De hecho, la comitiva de la Gobernación de Santander y demás funcionarios del Gobierno Central que fueron a protocolizar la creación del Puerto Petrolero tuvieron que recorrer un camino tortuoso ante la ausencia de una vía directa.

Los “doctores” salieron de Bucaramanga a caballo y mulas, subieron y bajaron montañas hasta a un puerto llamado Marta, ubicado sobre el río Sogamoso. De allí tomaron canoas hasta Barrancabermeja.

En 1926 marcó el inicio de Colombia como país exportador de petróleo cuando en julio el buque cisterna T.J. Williams transportó por primera vez 88.172 barriles de crudo, provenientes de la Concesión De Mares, desde Mamonal hasta los Estados Unidos.

Para el siguiente año, las operaciones de la Tropical en Colombia convirtieron al país en el tercer más grande productor de petróleo de Latinoamérica después de México y Venezuela.

Treinta años después, cuando finalizó la concesión con la Tropical Oil Company, los bienes, la refinería y los campos de exploración, fueron entregados al Gobierno.

El 25 de agosto de 1951 se protocolizó la reversión de la Nación de la “Concesión De Mares”, al vencer el contrato. Se crea la Empresa Colombiana de Petróleos trabajando en unos de los campos más importantes para el país: La Cira - Infantas, con reservas superiores a mil millones de barriles.

Corazón energético

Con el paso de los años la Refinería de Barrancabermeja fue creciendo, al igual que el país, convirtiéndose en la actualidad en un referente en el contexto internacional. Su corazón energético vibra en esta Refinería, que en la actualidad está comprometida con la apuesta de Ecopetrol en transición energética para alcanzar la meta de reducción del 25% de mitigación de Gases Efecto Invernadero.

Por ello ha incorporado en su portafolio la reducción de emisiones directas y fugitivas de gas natural, la incorporación de nuevas tecnologías como energías renovables, sustitución de combustibles, hidrógeno renovable, captura de carbono, utilización y almacenamiento y soluciones naturales del clima, entre otras.

La Refinería cuenta además con 54 unidades de proceso, 32 unidades de servicios industriales, 318 tanques de almacenamiento y un Centro de Operación Centralizado.

Desde el Centro de Operación Centralizado se comandan sus operaciones de manera integrada y segura. Se estima que cerca de 100 mil equipos hacen parte de los activos que son gestionados por sus trabajadores para garantizar operaciones seguras, confiables, estandarizadas y rentables.

La Refinería de Barrancabermeja tiene una capacidad de procesamiento de 250 mil barriles de crudo que llegan desde diferentes regiones del país y del Magdalena Medio, de campos como La Cira Infantas, Llanito, Casabe, Yariguí - Cantagallo y Nare, entre otros.

En la actualidad tiene un portafolio que comprende 35 productos, siendo los de mayor volumen el diésel, la gasolina, Jet-A1, GLP, propileno, fuel oil, bases lubricantes, asfalto, crudo reconstituido, azufre, ceras parafínicas, disolventes alifáticos y polietileno, entre otros.

En diciembre de 2021 puso en servicio en periodo de estabilización la primera fase de la actualización de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Industriales (PTAR) con una inversión de 130 millones de dólares.

Con la PTAR se dio cumplimiento a la resolución 0631 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible sobre vertimientos a cuerpos de agua superficiales.

Todos estos son grandes logros, pero apenas son los primeros 100 años, que han incidido radicalmente como motor del desarrollo regional y dinamizador de la economía. Son grandes los proyectos a futuro, pero siempre, sin duda alguna, su principal valor y patrimonio es el esfuerzo de su gente, los trabajadores que en múltiples turnos siguen construyendo la historia de Refinería de Barrancabermeja.

Por eso, antes que narrar los prodigios que este complejo ha generado a todo un país, la Refinería se lleva en el corazón como uno de sus mayores tesoros, como ese latir constante de vida y de progreso de la mano a Santander, como parte de la identidad de lo que somos como región.