“La memoria guardará lo que valga la pena. La memoria sabe de mí más que yo; y ella no pierde lo que merece ser salvado”.
Eduardo Galeano


El día en el que mataron a Luis Carlos Galán, el país quedó paralizado. Miles de colombianos lloraron incrédulos, mientras se enteraban del crimen por los noticieros. No hubo familia que no estuviera esa noche junto a su radio o al televisor. Ese día, la violencia tocó sus puertas. Aunque la mayoría no conocía al líder liberal, sintieron como propio el dolor de su muerte. Esa noche, para muchos, murió la esperanza.

No fue el único hecho violento que golpeó al país ese año. 1989 será recordado como uno de los más tristes de la historia de Colombia.

Fue el año de la masacre de La Rochela y las bombas del DAS y el avión de Avianca. También fue el año de los atentados contra El Espectador y Vanguardia Liberal, el del hallazgo de la fosa común en Hoyo Malo y en el que jueces, periodistas, policías, políticos y ciudadanos en general fueron blanco de los grupos armados y las mafias.

Una época que hoy parece lejana, pero que entonces hizo perder la fe a un país. Un país que se recupera de su pasado violento y que sin duda avanza en la búsqueda de abandonar los días negros de ayer.


De cierta forma, el Estado se vio desbordado por todo lo que sucedió y los violentos pusieron en duda la capacidad del Gobierno de responder y ejercer su autoridad.

El año 1989 fue el resultado de la violencia acumulada durante más de cuatro décadas, tras El Bogotazo. Mientras las guerrillas se encontraban consolidadas en diferentes zonas del país donde no había presencia estatal, los grupos de autodefensas se venían fortaleciendo desde su nacimiento en Puerto Boyacá y se disponían a tomarse los territorios dominados por la insurgencia.

Por su parte, el Cartel de Medellín le declaró la guerra total al Gobierno, organizó actos terroristas en las principales ciudades e infiltró instituciones como la Policía, la Justicia, el Congreso e incluso el fútbol colombiano.

Desde entonces han pasado 30 años del que es considerado por algunos expertos como el más violento de la historia reciente de Colombia, y a pesar de la desesperanza que se vivía en esos días, el país logró salir adelante.

En este informe especial, Vanguardia recuerda cuáles fueron los hechos más destacados de 1989 y cómo afectó esa violencia a Santander.

“El año 1989 es para hacer memoria (...) Los magnicidios se volvieron usuales. El pánico disparó los exilios. Se supo de israelíes o ingleses cobrando millones por enseñar a matar y de 140 bandas criminales diseminando la muerte por los territorios de Colombia”.
Jorge Cardona, libro ‘Pistas para narrar la memoria”.


“La memoria guardará lo que valga la pena. La memoria sabe de mí más que yo; y ella no pierde lo que merece ser salvado”.
Eduardo Galeano


El día en el que mataron a Luis Carlos Galán, el país quedó paralizado. Miles de colombianos lloraron incrédulos, mientras se enteraban del crimen por los noticieros. No hubo familia que no estuviera esa noche junto a su radio o al televisor. Ese día, la violencia tocó sus puertas. Aunque la mayoría no conocía al líder liberal, sintieron como propio el dolor de su muerte. Esa noche, para muchos, murió la esperanza.

No fue el único hecho violento que golpeó al país ese año. 1989 será recordado como uno de los más tristes de la historia de Colombia.

Fue el año de la masacre de La Rochela y las bombas del DAS y el avión de Avianca. También fue el año de los atentados contra El Espectador y Vanguardia Liberal, el del hallazgo de la fosa común en Hoyo Malo y en el que jueces, periodistas, policías, políticos y ciudadanos en general fueron blanco de los grupos armados y las mafias.

Una época que hoy parece lejana, pero que entonces hizo perder la fe a un país. Un país que se recupera de su pasado violento y que sin duda avanza en la búsqueda de abandonar los días negros de ayer.


De cierta forma, el Estado se vio desbordado por todo lo que sucedió y los violentos pusieron en duda la capacidad del Gobierno de responder y ejercer su autoridad.

El año 1989 fue el resultado de la violencia acumulada durante más de cuatro décadas, tras El Bogotazo. Mientras las guerrillas se encontraban consolidadas en diferentes zonas del país donde no había presencia estatal, los grupos de autodefensas se venían fortaleciendo desde su nacimiento en Puerto Boyacá y se disponían a tomarse los territorios dominados por la insurgencia.

Por su parte, el Cartel de Medellín le declaró la guerra total al Gobierno, organizó actos terroristas en las principales ciudades e infiltró instituciones como la Policía, la Justicia, el Congreso e incluso el fútbol colombiano.

Desde entonces han pasado 30 años del que es considerado por algunos expertos como el más violento de la historia reciente de Colombia, y a pesar de la desesperanza que se vivía en esos días, el país logró salir adelante.

En este informe especial, Vanguardia recuerda cuáles fueron los hechos más destacados de 1989 y cómo afectó esa violencia a Santander.

“El año 1989 es para hacer memoria (...) Los magnicidios se volvieron usuales. El pánico disparó los exilios. Se supo de israelíes o ingleses cobrando millones por enseñar a matar y de 140 bandas criminales diseminando la muerte por los territorios de Colombia”.
Jorge Cardona, libro ‘Pistas para narrar la memoria”.