
Mientras la ciudad parece detenida en esta época de cuarentena, en el campo, cientos de campesinos trabajan para que no haya desabastecimiento de alimentos. Vanguardia hace este especial en homenaje a ellos.

De 'sol a sol' para traernos nuestro alimento

Jhon Edinson Mancilla, 34 años, oriundo de Bolarquí Alto, es un trabajador incansable. En su espalda lleva una catabra cargada de tomate recién recolectado que llevará hasta una zona de recolección ubicada a 300 metros del cultivo.

Ciro Flores Rojas (70 años) ha sido agricultor toda su vida en el Páramo de Berlín, labor con la que crió a sus hijos y ha mantenido su matrimonio con Teresa de Jesús Lizarazo, quien ha sido su más preciado tesoro por más de 50 años.

Clemente González Rojas es un campesino de 57 años del Páramo de Berlín. Como muchos de esa región santandereana, trabaja día a día la tierra, arando, sembrando, cuidando y recolectando productos frescos para el consumo de todos.

Raúl Vera Parra cultiva papa amarilla en el Páramo de Berlín, toda su vida ha sido dedicada a este trabajo con el que sacó adelante a su familia. Sin embargo, ha llegado a perder cultivos, a causa de las heladas que han surgido.

Desde las siete de la mañana Ricardo Flores inicia su jornada en el Páramo de Berlín, él es un trabajador de hierro que siempre le apuesta al campo sin importar lo duras que puedan ser las jornadas bajo el sol o la lluvia.

Jhonatan Daniel Vera de solo 6 años aprende la labor de la tierra mientras se divierte acompañando a su papá Raúl Vera a los cultivos. Él es el menor de 4 hijos y cursa primer grado en la escuela de la vereda.

En las manos de Clemente González se percibe la valentía que requiere dedicarse a la tierra. Los cultivos pueden perderse por extenuantes que sean las jornadas. En sus manos sostiene ramas secas de cebolla quemadas por el frío.

Arar, labrar y cosechar son trabajos de fuerza, fuerza que Dora Estupiñán demuestra tener y de sobra. A sus 37 años se gana la vida jornaleando en la vereda Bolarqui alto. Un vivo ejemplo de la valentía de la mujer santandereana.

La posibilidad en la variedad de cultivo es una de las principales riquezas de las tierras de la vereda Bolarquí. Danuil Acosta de 24 años cultiva, junto a su padre Óscar, cilantro, cebolla roja, maíz, plátano y mango tommy.

“Nací en el campo, sigo en el campo y no me iré de aquí”. En la parcela de Doris Ardila, madre de dos hijos (vereda Bolarquí) se puede encontrar sembrado aguacate, mango, cilantro, plátano, yuca y naranjas, entre otros alimentos.

A pesar de los problemas para llevar sus productos a Bucaramanga y los pocos ingresos económicos que reciben por su arduo esfuerzo y la falta de ayudas del gobierno, los agricultores no pierden la esperanza ni el amor por el campo.

Yanilis Avendaño se encarga de las labores del hogar, mientras su esposo Óscar Acosta y a sus cuatro hijos trabajan la tierra. Desde las cuatro de la mañana empieza a atizar su cocina de leña para preparar el café.

Lo que nos brinda la tierra












Así llegan los productos a nuestras casas

Los campesinos siembran, cultivan y recogen sus cosechas.

Los productos son transportados por intermediarios.

Una vez en pueblos y ciudades, son distribuidos a centrales mayoristas.

En menores cantidades los productos son llevados a tiendas de barrio y plazas de mercado.

Finalmente los alimentos llegan al consumidor final.













