El temple, la dulzura y la constancia se fusionan para dar vida a una taza que vale oro, tradición y orgullo. El café de Santander sabe a historia. Su acidez la imprimen las semillas que se cultivan en estas tierras bravas. Las manos de nuestros caficultores resguardan los granos que, tras un delicado proceso, invaden de notas achocolatadas y anuezadas los paladares de locales y extranjeros.
Los sabores dulces, frutales y cítricos hacen que nuestro café sea especial. Cada trago deja un sabor agradable que se extiende lo suficiente para recordar que en Santander sobra carácter. Tenemos todo para asegurar nuestro futuro cafetero.
Saboreamos las notas del café que se siembra en 77 de los 87 municipios, repasamos las experiencias que nos reúnen alrededor de una taza y recorrimos los cafetales. Prepare su tinto y sumérjase entre las cifras y postales que deja este grano.
Vea, en la Bucaramanga del ayer, un video que nos transporta a la época del padre Francisco Romero, el evangelizador cafetero que nos enseñó a sembar el grano en el patio de nuestras casas. De la mano del artista, Iván Guaitero, quien personifica al labriego Tulio; y con la caracterización del padre Francisco Romero, por parte de nuestro periodista Euclides Kilô Ardila, desempolvamos una parte del baúl de la historia de nuestra ciudad.
Evangelizar, en el pasado, implicaba rezar y en lugar de elevar plegarias, tocaba sembrar granos de café. Esta es la historia de un hombre, con sotana, que nos enseñó a cultivar, y su legado, como los cafetales bien cuidados, sigue brotando entre nosotros. Qué bueno retratar en esta historieta, con sabor a café, una memorable página del ayer.
La penitencia que impartía el padre Franciso Romero, por los pecados cometidos de sus fieles, era clara: sembrar matas de café. Así nuestra tierra germinó y el grano se convirtió en nuestro mejor cultivo.
La caficultura en Santander se renueva y busca un 'aire' de aquellas épocas doradas del siglo XIX cuando era protagonista en el país.
La cultura cafetera está en crecimiento en Santander. A finales de 2024, el Comité de Cafeteros de Santander confirmó que Palmar, Carcasí y Macaravita se unían a la larga lista de siembra cafetera.
En 77 de los 87 municipios de Santander hay al menos una finca en la que se cosecha este grano.
Desde Capitanejo, en el corazón del Cañón del Chicamocha, que tiene 13 hectáreas (ha), hasta El Socorro que supera las 4.400 (ha), Santander respira café.
Solo 10 municipios del departamento, que son complejos por clima y terreno, son esquivos al cultivo de café.
Tomar un sorbo de café en Santander es honrar la sabiduría de generaciones enteras. En boca, revela una acidez cítrica media, equilibrada por notas achocolatadas y anuezadas. Los sabores dulces y frutales se abren paso con fuerza, se instalan por unos segundos, como si resonara en el paladar el eco de las montañas. Su cuerpo medio alto y balanceado lo convierte en un café noble, firme, y profundamente ligado al alma de su origen.
Aquí, el café se cultiva bajo la sombra de nogales, guamos, cedros, que protegen los cafetos del sol que calienta estas tierras bravas.
En 2014, el café santandereano recibió la primera denominación de Origen protegida, un reconocimiento para quienes siembran y benefician el café. Y que reafirma que en nuestro departamento una taza de café sabe a resiliencia, compromiso y un legado que se protege.
En las imponentes y productivas montañas de Santander hay fincas cafeteras en las que aún se trabaja a la vieja usanza. Las familias caficultoras recurren a las técnicas ancestrales para beneficiar el café.
Nos adentramos en la Hacienda Casablanca, un tesoro del pasado que resguarda la elegancia de la arquitectura colonial. A través de su 'coffe tour' es posible conocer las buenas prácticas de cosecha, aquellas que dan como resultado un café de especialidad.
Esta hacienda, ubicada en el kilómetro 9 de la vía que de Bucaramanga conduce a Cúcuta, es el punto de partida para emprender un viaje por Santander. Para descubrir las historias que se escuchan entre los cafetales.
Una taza de café es la excusa perfecta para iniciar bien el día, reencontrarnos con un ser querido o tomar decisiones importantes. Salimos a recorrer Bucaramanga y las montañas que la rodean para adentrarnos en los lugares donde el café es el protagonista. Conozca los emprendimientos santandereanos que honran nuestro legado cafetero y nos regalan un rincón lleno de sabor, tradición y nuevas experiencias.
Santander escribió un 2024 “extraordinario” en la historia reciente de la caficultura. La gran cosecha entre septiembre de 2024 y principios de 2025 dejó cerca de $1,3 billones a la economía regional. Ese dinero llegó a todos los rincones rurales de Santander.
Una de las grandes ventajas es que la cosecha de Santander coincidió con los precios históricos a nivel nacional e internacional.
El año pasado, el departamento creció en producción y también en área sembrada de café.
Santander pasó de tener 55.187 hectáreas en 2023 a 55.639 en 2024.
Con ese resultado, le acortó distancia a Caldas y se acerca al quinto lugar de mayor área sembrada de café en el país.
En los últimos diez años, Santander creció considerablemente en la siembra de café. En 2010, Santander era el noveno con mayor área de café y se espera que en los próximos dos años, el departamento entre al top 5 de los departamentos con mayor extensión cafetera en el país.
Además, Santander pasó de aportar el 6,17 % (2023) al 6,23 % de la producción total de café del país.
Escalar al quinto lugar en producción cafetera tardaría más tiempo: de tres a cuatro años, debido a que Caldas mantiene algunas condiciones climáticas que juegan a su favor.
Estas tierras son reconocidas por sus cafés especiales: hay 21.937 hectáreas de altas calidades, lo que permite mayores precios. Más de 8.000 caficultores dedican sus labores a este tipo de cafés.
En estas tierras predominan los pequeños cultivadores. Aquellas familias que, año a año, dependen de la cosecha del grano para cubrir sus gastos y mejorar las fincas. Hombres y mujeres que alistan sus botas, se levantan desde muy temprano y cuidan todo el año los cafetales para que en la cosecha se aproveche cada grano.
El 95 % de los productores de café en el departamento son agricultores con cultivos pequeños. Familias que dependen de los precios nacionales e internacionales del grano.
En promedio, un cafetero del departamento tiene bajo su tutela 1,6 hectáreas de café sembradas.
Tan solo 430 cafeteros de Santander tienen más de 10 hectáreas sembradas, según explicó Néstor Serrano Capacho, director ejecutivo del Comité de Cafeteros de Santander.
El café en Santander mantiene una buena perspectiva para 2025 en materia de precios y producción. Sin embargo, tras un gran año de cosecha, que superó las expectativas, el gremio cafetero reconoce que los cultivos podrían estar resentidos.
El incremento de los cultivos que entran a renovación, podría disminuir las cifras de producción frente al 2024.
Entre abril y junio de este año, algunas zonas cafeteras de Santander pudieron sacar provecho del alto precio del café. Agricultores de municipios como Cincelada, Coromoro, Jesús María, Barbosa, Charalá y las zonas rurales de Bucaramanga y Floridablanca se vieron beneficiados.
“Estamos en proceso de recuperación, fertilizando y esperando que se comporten de la mejor manera posible”, dijo Néstor Serrano Capacho, director ejecutivo del Comité de Cafeteros de Santander.
Uno de los anuncios más importantes para el sector cafetero de Santander tiene que ver con la apertura del centro de industrialización y de experiencia que tendrá Bucaramanga para la trilla, tostión y empaque de café.
La apertura de este centro podría realizarse en el segundo semestre. La inversión del sector ascendió a los $1.600 millones.
El café es vital para Santander y su economía. Durante años, ha sido uno de los principales productos de exportación para el departamento. Aunque deja varios millones de dólares en ventas al extranjero, esa cifra debería ser mayor. ¿Cuál es el problema?
Por una estrecha diferencia, el café fue desplazado por el limón al segundo lugar como el producto no minero energético de mayor exportación en 2024.
No obstante, hay un trámite que estaría limitando las cifras exportadoras de café santandereano.
Durante el año pasado, Santander logró US$ 52,7 millones de este producto, según el reporte de la Cámara de Comercio de Bucaramanga.
2024 fue un año “extraordinario” para el café en Santander por varios motivos.
Pero hay un dato en rojo: las exportaciones cayeron. Mientras que en 2023 se lograron ventas por US$ 63,1 millones, el año pasado hubo una reducción del 16 %, lo que representa US$ 10,4 millones menos.
María Alejandra Sampayo Guerrero, vicepresidenta de Crecimiento y Sostenibilidad Global de la Cámara de Comercio de Bucaramanga, CCB, explicó que un trámite sencillo como marcar una casilla en el formato aduanero le estaría restando café exportado a Santander.
Sobre el problema, Sampayo Guerrero detalló que en reiteradas ocasiones las agencias aduaneras de Bogotá u otros lugares del país hacen esa diligencia, por lo que se pierde el origen Santander. El origen se queda en el departamento donde se hace la transacción antes de salir al extranjero.
En Bucaramanga, un barrio lleva el nombre del Café como símbolo de identidad; una escuela lo incorpora en sus proyectos pedagógicos para exaltar el campo y la tradición; un centro de salud lo adopta como parte de su nombre, recordando el vínculo entre bienestar y naturaleza; una finca mantiene viva la cultura cafetera con cultivos que conservan el aroma de las montañas santandereanas; y un polideportivo, bautizado en su honor, reúne a los jóvenes en torno al fútbol y a la historia de este grano que ha marcado generaciones.
En Bucaramanga, el café no solo se huele, se toma y se saborea; también se transita, se estudia, se cultiva y hasta se habita. Basta con abrir bien los ojos y enfocar los sentidos para notar que, en cada rincón de la Ciudad Bonita, el café se convirtió en más que una bebida: es un nombre propio, una seña de identidad, un guiño a la tradición.