No es fácil meterse en los zapatos del otro, y menos cuando ese calzado arrastra dolor y desesperanza. Con cada paso, los zapatos de un migrante van dejando huella en un camino muchas veces incierto, sin rumbo fijo.

A diario, entre 300 y 500 caminantes venezolanos se desplazan entre Cúcuta y Bucaramanga.

Júnior José Bravo

Edad: 24 años
Procedencia y travesía: salió de Maracay (Venezuela) hace tres años, rumbo a Ecuador. El 5 de noviembre de 2020, caminaba por la vía Bucaramanga-Pamplona, rumbo a su país.
Profesión: Oficios varios
Recorrido: 2.073 kilómetros.

Las caminatas son bravas… uno soporta todas estas llagas por un sacrificio, humillaciones, tantas cosas, pero uno va para adelante, con la fe en Dios de ver a su familia. Quiero estar allá porque tengo tres años sin pasar Navidad con ellos, uno los extraña. Cuando llegue ya no estará mi abuelo, que era como mi papá, murió hace tres meses”.
Júnior José Bravo

Hemerson Torrealba

Edad: 35 años
Procedencia y travesía: salió de Yaracuy (Venezuela), rumbo a Valle de San José, Santander, acompañado de su hijastro.
Profesión: labores del campo
Recorrido: 968 kilómetros.

Hay algo que realmente hace que yo salga de mi casa, a buscar el pan de cada día, tengo dos hijos y una esposa que tiene cáncer de seno. No la traje conmigo porque no puede caminar, si caminara, la traería conmigo. Hemos pasado necesidades, pero hay que tener fuerza, no dejaremos de caminar”.
Hemerson Torrealba

José Gregorio Avendaño

Edad: 16 años
Procedencia y travesía: salió de Yaracuy (Venezuela), rumbo a Valle de San José. Es el hijastro de Hemerson Torrealba.
Profesión: estudiante
Recorrido: 968 kilómetros.

No tenía ni dos días viajando cuando ya la extrañaba… mi mamá está enferma, cáncer de seno. Yo salí con el propósito de trabajar para mandarle plata para que se compre sus medicinas, porque allá todas las medicinas son muy difíciles para comprar”.
José Gregorio Avendaño

Santiago Blanco Rodríguez

Edad: 6 años
Procedencia y travesía: Valencia (Venezuela), rumbo a Bogotá, con su mamá Yohismelly Rodríguez y su papá Javier Blanco.
Recorrido: 1.306 kilómetros.

Santiago es hijo de Yohismelly Rodríguez. En Venezuela quedó su hermanita de 4 años. Viaja a Bogotá donde hace año y medio se radicó su abuela. Recibió feliz el ‘sleeping’ que le dio la Cruz Roja, dijo que ahora sí dormiría abrigadito.

Yohismelly Rodríguez

Edad: 23 años
Procedencia y travesía: salió de Valencia (Venezuela), donde dejó una hija de 4 años. Se dirige a Bogotá con su esposo y su hijo.
Profesión: ama de casa
Recorrido: 1.306 kilómetros.

Salimos porque la situación está muy difícil para uno comer, la plata no se consigue. Es difícil pero voy por un futuro mejor para mis hijos, porque la situación en Venezuela está muy difícil, él se quería quedar en Venezuela, pero en la casa de mi mamá no hay comida, por eso me lo traje”.
Yohismelly Rodríguez

Ramsés Enrique Blanco Valdivia

Edad: 42 años
Procedencia y travesía: La Guaira (Venezuela). Trabajaba en Chiquinquirá, pero retorna a su país para visitar a la familia.
Profesión: en Venezuela vendía comidas rápidas. En Colombia trabaja en el campo.
Recorrido: 1.337 kilómetros.

Venezuela está al borde de un estallido social porque la gente pasa hambre. Retorno porque quiero ver a mi hijo de 5 años, Noé Moisés, mi motivación para salir adelante… mil venezolanos no salen a diario por deporte, sino por desesperación, por necesidad”.
Ramsés Enrique Blanco Valdivia

Familia Gómez

Integrantes: William (papá, 42 años), Marilú (esposa, 36) y sus hijos Luz Mary (4), Adriana (5), Fabiola (13), Frankin (14), Génesis (16) y Emannuel (10 meses).
Procedencia y travesía: son de Barinas, pero vivieron en Santander por tres años, donde cultivaban piña. Iban hacia una finca en Pamplona.
Profesión: agricultores
Recorrido: 545 kilómetros.

Salimos por la situación, nos quitaron unos terrenitos que teníamos… no era mucho, pero nos daba de comer a todos, nos desplazaron. Queremos retornar algún día y que nos devuelvan lo que es nuestro… es fuerte tener algo, esforzarse toda la vida, para que llegue alguien y se lo quite de la noche a la mañana, queda uno con una mano adelante y otra atrás”.
William Gómez

Santiago

Edad: 4 años
Procedencia y travesía: es de Barcelona (Venezuela). Va rumbo a Cali junto a sus padres Karina y Ronald y su hermana ‘Mafer’. En Venezuela quedaron dos hermanitos de 11 y 13 años.
Recorrido: 2.102 kilómetros.

En medio de su inocencia, Santi cree que está de vacaciones y camina para visitar a una tía. En Cali, se gana la vida recolectando café. “No sabemos si retornemos al país, por eso me traje a mi familia, para ver qué futuro les puedo brindar porque allá en Venezuela, muy poco”, dice la mamá.

Eduardo José Vargas

Edad: 20 años
Procedencia y travesía: Caracas (Venezuela) y camina rumbo a Perú.
Profesión: bachiller
Recorrido: 4.500 kilómetros.

Quiero salir adelante, sacar a mi familia de donde está. En Venezuela quedan mi pareja con dos hijos, mi mamá y mis hermanos. De mi parte no pienso regresar del todo, el día que vuelva voy es a buscar a mi pareja y me vengo otra vez”.
Eduardo José Vargas

Omar Hedroso

Edad: 20 años
Procedencia y travesía: Caracas (Venezuela) y va para Bogotá.
Profesión: Estudiante bachiller
Recorrido: 1.472 kilómetros.

Voy en busca de un mejor futuro para mí y para mi familia”.
Omar Hedroso

Familia Morales

Integrantes: José Alfonso (papá, 42 años), Amalia (mamá, 39) y sus hijos Milagros (17), Génisis (8), Jesús (9) y José (11). Dos hijos de 13 y 14 ya están en Bucaramanga.
Procedencia y travesía: Puerto de la Cruz, Anzoátegui, Venezuela. Van rumbo a Cali.
Profesión: papá es mecánico, la mamá, ama de casa.
Recorrido: 2.111 kilómetros.

Con sinceridad te lo digo, no hay nada allá, yo no fuera tan loco de salir de no ser así. Ya amigos habían salido y yo les decía, ¿chamos, están locos? Ahora hasta yo tuve que salir. Allá quedó familia pasándola, aguantando a ver si de aquí para allá podemos colaborar, esa es la idea, que los que salen ayuden a los que se quedan”.
José Alfonso Morales

Deuscar Arias

Edad: 21 años
Procedencia y travesía: Lara, Barquisimeto (Venezuela) y va rumbo a Bogotá.
Profesión: oficios varios.
Recorrido: 1.210 kilómetros.

El que quiere, puede. Llevo una semana de haber salido de Venezuela y espero en Bucaramanga poder llamar a mi familia, su voz me da fuerzas para seguir caminando”.
Deuscar Arias

Jesús Enrique Chirinos Ramírez

Edad: 21 años
Procedencia y travesía: viaja desde Caracas rumbo a Cali.
Profesión: Bachiller
Recorrido: 1.800 kilómetros.

En Berlín buscaba a su hermana quien viajaba con él pero, en un vehículo, se adelantó en el camino.

La tengo que encontrar, no puedo llamar a mi casa y decirle a mi mamá que no está conmigo”.
Jesús Enrique Chirinos Ramírez

Carlos José Parra

Edad: 40 años
Procedencia y travesía: Valencia (Venezuela) y va rumbo a San Gil.
Profesión: podólogo
Recorrido: 981 kilómetros.

Yo le dije a mi esposa, ya vengo… y me vine. Si no lo hacía sin despedirme de ellos, no iba a ser capaz, no estuviera aquí, fue mi manera de hacerlo, me duele por dejarlos solos, pero yo sé que Dios me tiene algo. Pienso llegar a San Gil para recoger café, pero llego hasta donde me traten bien, porque no es fácil, esto de caminar no es fácil”.
Carlos José Parra

Luis Izquiel

Edad: 24 años
Procedencia y travesía: Caracas (Venezuela) y va para Medellín.
Profesión: construcción.
Recorrido: 1.438 kilómetro.

Lo que hacemos, lo hacemos por necesidad, lo poco que conseguimos en Colombia, en Venezuela es imposible. Afortunadamente en este país siempre tenemos comida y alguien que nos tienda la mano”.
Luis Izquiel

La historia que cuentan los pies de los migrantes

No es fácil meterse en los zapatos del otro, y menos cuando ese calzado ya viejo, roto y decolorado, cubre ampollas, heridas, pero sobre todo arrastra mucho dolor y desesperanza.

Así, con cada paso, los zapatos de un migrante venezolano van dejando huella desde que emprenden un camino muchas veces incierto, sin rumbo fijo… A merced de su suerte.

Los pies se ven arrugados, hinchados, blancos, heridos, ampollados, fríos al atravesar el páramo o calientes cuando el sol azota con fuerza sobre esa larga línea negra llamada asfalto.

Poco menos de 200 kilómetros separan a Cúcuta de Bucaramanga, un trayecto de unas cinco horas en carro, sobre el lomo de la Cordillera de Los Andes.

Para un caminante puede significar días, dependiendo del clima, de la salud o del buen corazón de algún conductor que decida darles la ‘colita’. Eso sin contar los kilómetros que ya han atravesado antes de cruzar la frontera.

En la frontera colombo-venezolana hay unas 80 trochas, 17 de ellas custodiadas para tratar de contener el ingreso de venezolanos, una tarea casi imposible en una extensión de 2.219 kilómetros.

El paso más difícil de la caminata es la cresta de Berlín y El Picacho, donde la neblina parece ‘besar’ el suelo y el viento combinado con llovizna azota con furia contra el rostro.

El frío cala hasta los huesos a unos 3.200 metros sobre el nivel del mar. Osados, corren el riesgo de sufrir de hipotermia, dolor de cabeza, mareo... Y en el peor de los casos, muerte.

Pisar tierra colombiana significa para ellos esperanza. No es fácil, dejan atrás una vida, una familia, para enfrentarse a gigantescos monstruos: miedo, hambre, soledad, dolores no solo físicos, frío, cansancio y el peligro que implica caminar por vías construidas para carros, motos, camiones, pero no para los pasos de hombres, mujeres y niños migrantes, quienes van en hileras para evitar ser atropellados entre la oscuridad o la espesa niebla.

Todos los días se ve el éxodo...

A diario, según José Luis Muñoz, miembro de la Red Humanitaria, entre 300 y 500 venezolanos se desplazan a pie entre Pamplona y Bucaramanga.

“Es una situación dramática, van muy apoyados en los pies, con problemas digestivos, deshidratación, inanición, comen poco y gastan mucha energía, los puntos de ayuda no alcanzan a cubrirlos a todos, solo un 20% o 30%”.

2
Millones de venezolanos se estima habrá a finales de 2020 en Colombia.

Red Humanitaria es un grupo de organizaciones civiles que atiende a los migrantes junto con el Servicio Arquidiocesano de Atención al Migrante, Cáritas Francia y la Cooperación alemana GIZ. Según esta red, actualmente 9 de los 14 puntos de ayuda que tenían están activos, pero entre Pamplona y Bucaramanga, justo donde está el tramo más peligroso del páramo de Berlín, solo hay un punto de atención.

26.615
venezolanos con permiso especial de permanencia han declarado como departamento de residencia Santander.

En este sector, los migrantes tiritan de frío, algunos cubiertos con cobijas, otros ataviados en capas de ropa para soportar las bajas temperaturas. El hambre en su país los constriñe a seguir la marcha. Es cierto, llevan el cuerpo cansado y los pies destrozados, pero aún más destrozada llevan el alma.

Apoyo de la Cruz Roja

El apoyo durante la larga travesía es un ‘oasis’ para los caminantes venezolanos, enfrentados al frío, el hambre y el dolor.

Para su fortuna, cuentan con instituciones como la Cruz Roja, apoyada por la Oficina de Ayuda Humanitaria y de Protección Civil de la Unión Europea. Desde Bucaramanga, tres veces a la semana, una camioneta con voluntarios y funcionarios a bordo recorren la carretera desde la capital de Santander hasta Berlín, en el municipio de Tona.

$27 mil
millones ha invertido el Hospital Universitario de Santander en la atención médica a la población migrante en lo que va corrido del presente año.

Durante el recorrido brindan a los caminantes ayudas representadas en víveres, elementos de aseo, kit de protección en carretera, sleeping, pero sobre todo apoyo moral y la curación de sus heridas.

Muchos de los migrantes sienten a reventar sus piernas, las rodillas se les inflaman y los pies se llenan de ampollas.

Adelita es tan solo una de las voluntarias de la Cruz Roja, quien con amor y dedicación se encarga de curar esas heridas y hasta improvisa suelas y remiendos en el calzado, para hacer más suave cada uno de los pasos de los migrantes. Les habla con cariño y, al final, hasta los bendice.

CRÉDITOS

Reportería y redacción: Yuriana Calderón Alsina
Reportero gráfico: Marco Valencia
Diseño gráfico y desarrollo web: Dohalfre Pinto Freile

Directora: Diana Saray Giraldo Mesa
Subdirector: Alejandro Guzmán Gil
Subeditor web: Juan Carlos Chio y Julio Alvarado
Coordinador Multimedia: John Álvarez Pinto


En los pies de los migrantes
17 de noviembre de 2020

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