Un hechizo llamado Barrancabermeja

Crónica

Vanguardia hace un reconocimiento a Barrancabermeja en su aniversario número 100. Se trata de un siglo de trabajo, desarrollo y pujanza de su gente, que junto al Río Magdalena, son la mejor expresión de talante santandereano.

De los 800 hombres que salieron de Santa Marta, al final, solo sobrevivieron 170.

Todo comenzó seis meses atrás. La travesía recorrió más de 150 leguas por una selva inhóspita. A las pocas semanas muchos españoles estaban derrotados por el hambre, las enfermedades y prácticamente no les quedaba sal. Sus cuerpos terminaron cubiertos de llagas. Muchos, menoscabados por el calor, empapados por los terribles aguaceros, contaban con una única muda de ropa que se secaba con la candela de las hogueras improvisadas y el calor corporal.

Antes Ahora

Terminaron comiendo lagartijas, culebras, ratones, raíces de árboles y los gusanos que les nacían en la espalda. Otros navegaban por el gran Río Magdalena. Ellos sufrieron igual tortura. Habían partido el 6 de abril de 1536, al mando de Gonzalo Jiménez de Quesada.

Sin manera de ayudar a los hombres enfermos que quedaban como cebo de caimanes, sepultados en las entrañas de las fieras bestias nocturnas de las orillas, los valientes y ávidos españoles, a cada paso, enfrentaban mil atascaderos. Llenos de inconvenientes, dolor y congoja, sin poder dar marcha atrás, se internaban por la orilla del gran río crecido para su perdición.

- Se cuenta que algún felino grande, tal vez un jaguar, que los cronistas llamaron tigre, dio muerte a un español llamado Juan Serrano y un caimán atacó y mató a un tal Juan Lorenzo. Los europeos, que no estaban acostumbrados a los riesgos e incomodidades de la selva tropical, sucumbían fácilmente ante sus peligros. Hasta los osos hormigueros los atacaron, como el que casi mata a un caballo que llevaba Juan Tafur... - Contiene un relato de un cronista de la época.

A veces tomaban caminos dentro y fuera de la espesura verde amenazante, creadora de pestilencias, pobladas de truenos nocturnos y oscuridades infernales. Selva devoradora de hombres, picados por avispas, hormigas, culebras, mosquitos y garrapatas.

El 12 octubre de 1536, Quesada decidió asentarse en un sitio que llamó La Tora o “Barrancas Bermejas”. Génesis y principio de la actual ciudad y el Puerto Petrolero de Santander. De allí, posteriormente, Quesada buscaría ingresar al altiplano por el río Opón, entre otras razones, buscando sal y mantas.

El verdadero nombre de este sitio era “Latocca”, que significa “lugar de la fortaleza que domina el río”. Este espacio era habitado por los Yariguíes, descendientes de Los Caribes, guerreros formidables, de quien la historia recuerda con especial atención al Cacique Pipatón y su esposa Yarima, quieres morirían años después abrazados por el frío y las enfermedades, prisioneros, en un convento de Bogotá.

Pero también se tienen presente a los caciques Itupeque, Martinillo y Caciquillo, quienes lograron expulsar a los españoles, obligándolos a buscar camino de Honda para llegar a Bogotá por el río Magdalena a partir de 1630.

Se estima que en 1885 se contabilizaban unos diez mil indígenas Yariguíes, pero el comercio, los colonos y la expansión petrolera generó una catástrofe en esta población. Un genocidio se registró al punto que en 1915 no se contaban individuos de esta etnia en la región que siglos atrás dominaron.

“Latocca” queda ubicada en lo que en la actualidad se conoce como el Hotel Pipatón, que abrió sus puertas en 1943. Inmueble de gran historia para Barrancabermeja y considerado monumento histórico de Santander. En “Latocca” un total de 170 hombres estuvieron por tres meses. Descansaron.

Alfonso Eljach, Alcalde de Barrancabermeja

Desde esos tiempos en que Gonzalo Jiménez de Quesada buscaba ese “aceite negro con poderes mágicos” hasta comienzos del siglo XX, este lugar se convirtió en un sencillo puerto de abastecimiento de leñas para las embarcaciones. Todo cambió 368 años después, cuando estalló la explotación del petróleo.

La llegada de la Tropical Oil Company, conocida en Santander como la “Troco”, en 1917, marcó un cambio en esta región, con las primeras perforaciones de exploración en la zona de Infantas y las bases para el nacimiento de la refinería.

Primeros años del municipio a través de las páginas de Vanguardia

Barrancabermeja era entonces un corregimiento del municipio de San Vicente de Chucurí, incomunicado de Bucaramanga. El 26 de abril de 1922, Barrancabermeja nace como municipio, con un presupuesto de 10.090 pesos y la fiebre intacta del petróleo. Los funcionarios del Gobierno Central salieron de Bucaramanga a caballo y mulas, hasta un puerto llamado Marta, ubicado sobre el río Sogamoso. De allí tomaron canoas hasta Barrancabermeja.

La Ley 5 de 1922 expedida por el Congreso de la República autorizó a la Asamblea de Santander erigir el municipio de Barrancabermeja. Eso ocurrió hace cien años. De un caserío de 900 habitantes se pasó a contar con tres mil, quienes festejaron ser considerados un municipio. En la actualidad su población se multiplicó por 70, para un aproximado de más de 200 mil barramejos.

- Barrancabermeja es lo mejor de este mundo. Esta tierra me ha ayudado a salir adelante... – dice Rubiele Quintero, de 38 años, quien trabaja en el mismo lugar donde hace 486 años, Gonzalo Jiménez de Quesada llegó casi muerto.

Rubiela pasa sus mañanas en el muelle, descamando bocachicos y recibiendo por esta labor $300 por animal. Junto a ella se acomodan las voces de las cocineras ofreciendo una portentosa ‘viuda’ o un bocachico frito en el tradicional ‘Paseo del Río’. Junto a esta mujer se paran a las garzas blancas, con sus ronquidos secos, y los patos Yuyu, que esperan impacientes que se lancen al río las vísceras para disputarse entre picotazos ágiles los restos de los bocachicos que se cortan a cada rato en viejas mesas de madera.

El muelle de Barrancabermeja difícilmente descansa, como el Río Magdalena, con su monotonía interminable de aguas, majestuoso con sus espirales oscuras, con sus remolinos traicioneros como serpiente plateada, dadora para muchos de vida y para otros, mensajero de la muerte. Barrancabermeja, incluso desde antes de llamarse así, se refleja y encalla en la dureza de sus aguas.

El Río Grande de la Magdalena entonces flota sobre calderas a su paso por Barrancabermeja. El aire porta la viscosidad propia de estas aguas oscuras, con mil rostros, tonos, olores, peces, embarcaderos, anfibios e historias de amor y desamor en sus playas a lo largo del Puerto Petrolero.

Un par de turistas se posa sobre el cemento cuarteado de este muelle, donde ahora les sacan las tripas a nicuros o coroncoros para servirlas a comensales ‘cachacos’, asombrados con tanta belleza. Río como hamaca, siempre en movimiento, arrunchando los días de miles de generaciones que, una y otra vez, se sumergen en sus aguas. Río madre, río vida, río inmortal en sus planchones.

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Diomedes Díaz, resucitado a cada rato con sus canciones, se escucha por varios parlantes. La cerveza, además de las mujeres amadas, es buena compañía. Una chalupa sale y otra llega. A un lado unos juegan parqués y otro más cuenta el producido de la venta de pescado. De bocachico, que es el que se comercia en la actualidad.

El Río Magdalena y la gente de Barrancabermeja son uno solo. Están unidos. Son inmortales en la sucesión interminable de generaciones, que más temprano que tarde vienen a bañarse en sus aguas, en un hechizo, que dicen los viejos, dura más allá de la muerte.

¡Feliz aniversario Barrancabermeja!

Barrancabermeja, orgullo de Santander

Editorial

Hoy hace 100 años Barrancabermeja fue erigido como Municipio santandereano. Convertida hoy en Distrito Especial, Portuario, Industrial, Turístico y Biodiverso, es la segunda ciudad más importante del Departamento, tanto por su extensión y su población, como por su determinante participación en la economía no solo regional, como centro de actividades agroindustriales y ganaderas del Magdalena Medio santandereano, sino nacional por la riqueza petrolera que ha sido explotada por Ecopetrol en los últimos 70 años. Barrancabermeja llega a sus 100 años de erección en municipio, convertida en un ejemplo de pujanza, progreso, convivencia y, luego de muchos años de violencia, en un hito de resiliencia frente a la guerra que ha vivido el país.

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Vanguardia, primero por iniciativa y compromiso de nuestro fundador, Alejandro Galvis Galvis, y luego por la gestión e intención permanente y dedicada de Alejandro Galvis Ramírez, ha estado y permanece al lado de Barrancabermeja porque ha reconocido siempre el valor de esta comunidad que ha luchado contra desafíos gigantescos y los ha ido superando uno tras otro, con perseverancia, honestidad e inteligencia. Y aunque la ciudad no ha escapado, como ninguna en Colombia, a los impactos fortísimos de la corrupción administrativa o la violencia de todo tipo, hoy mira al porvenir en un horizonte limpio y abierto.

Los barranqueños deben sentirse muy orgullosos de su tierra, de su historia, de sus tradiciones, de sus raíces multiétnicas, que se han conformado desde la atracción formidable que ejerce el hecho de haber sido, no solo durante el siglo 20, quizás el polo de desarrollo más importante del país. Esa fortaleza económica de Barrancabermeja la llevó en 2013 hasta el sexto lugar entre las economías del país, según el Indicador de Importancia Económica Relativa Municipal (IIERM), un índice que la consolidó en ese momento no solo como la segunda ciudad de Santander sino como una de las 10 más importantes del país.

Hoy celebramos con todos los nacidos y residentes en Barrancabermeja este primer siglo de su constitución como municipio, exaltando esa historia digna, brillante y promisoria que hoy enorgullece también a todos los santandereanos que reconocen en esta, la ciudad más importante del Magdalena Medio, un referente de cultura, progreso y humanidad. Vanguardia, como lo dijimos, celebra con especial entusiasmo esta fecha porque siente a Barrancabermeja como una tierra muy próxima al corazón del periódico, que nos acogió siempre con cariño y a la que seguiremos extendiendo nuestra mano fraternal por muchos años más.


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